martes, abril 23, 2013

alelados, (o, escribir matos paoli como si fuese nombre) una columna

Acá cuelgo mi columna de este mes, que saldrá el miércoles, 24 de abrildel 2013, titulada "Alelados". El link lo pondré cuando El Nuevo Día la publique--aunque últimamente hay columnas que no están saliendo en la versión web, y sí en la impresa.

De izquierda a derecha: Francisco Matos Paoli, Olga Orozco, Álvaro Mutis, Emilio Adolfo Westphalen y Gonzalo Rojas, en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en 1991.


Que no me busquen en las frágiles hojas de los árboles, pidió Francisco Matos Paoli a principios de los sesentas, a la orilla, por fin, de las cárceles y la psicosis. Recordé el verso un viernes en la mañana, cincuenta y pico años después, en casa ajena, donde veía CNN en ‘mute’, porque en la mía no tenía ni cable ni televisor. Tres horas llevaba viendo un pueblo ser sitiado por agencias de seguridad en una dura empresa mediatizada, en algún lugar en Massachusetts, mientras que pensaba en el poeta lareño. A la vez, (descubriría después), escondíase un muchacho ensangrentado en un bote nunca náufrago, pensando, me imagino, algo muy similar (Que no me busquen en el penúltimo verdor de las hojas / Ya para mí la vida/ degüella sus espejos trasnochados/ y no hay rumor posible en los eneros).

Nada tiene una cosa que ver con la otra, lo confieso; y quizás encabalgar las dos a la fuerza sea síntoma de un mal acuñable a la distracción y al ocio. Pero nada pasaba en la tele, y decidí regalarle una tarde (ahora una columna) al enorme quetzal de la nada (a Matos Paoli, digo). No sé; en el momento, contrariar la violencia con poesía tenía sentido. Así comenzó, supongo, y luego la idea de insertar al poeta entre las páginas del periódico pareció motivo suficiente.

Pero, entonces, ¿qué decir de Matos Paoli en tan poco espacio? ¿Que era poeta, espiritista, nacionalista, y místico? ¿Que su misticismo era sicótico? ¿Que pasó de ser compañero carcelario de Albizu al manicomio, al electrochoque y la quimioterapia, pero no fue sino la militancia poética su escape ante la esquizofrénica contemporaneidad que lo sitiaba? Aunque, quizás sería más acertado preguntar, ¿qué decir de Matos Paoli cuando me llega como recuerdo, ante una masacre y una cacería? ¿Se consideraría vagancia, por ejemplo, ceder a un verso suyo en vez de responder?

¿De qué me vale apretar la mano del vecino, / tan candorosa y fatal, / si de pronto el mar emblanquece, / pierde su impío azul, / y Dios empuja las olas hasta una raíz / de pájaro alelado?