miércoles, agosto 23, 2017

el juego de gallitos, una columna

Esta columna se publicó en El nuevo día el miércoles, 23 de agosto del 2017. 


El juego de gallito

La imagen está detenida y tú en plena acción, tu brazo estirado, tu mano apretando un gabete del que has tirado y, en el aire, a punto de azotar el de tu contrincante, está tu gallito, un poco escascarado porque accidentalmente lo raspaste al sacarlo de la vaina de algarroba. Míralo cómo vuela.
Eres el menor de la calle. O, por lo menos, de ese grupo de vecinos. Te encantaría ganar. Casi nunca ganas. Hasta ese momento. En ese instante, lo crees posible. Pones, por un segundo, todas tus esperanzas en esa semilla dura. Imaginas que si ganas te tomarán un poquito más en serio.
Entonces la imagen se activa; se lanza hacia delante, como si pasara de Pausa a Fast Forward, echando a un lado el Play. Tu gallito le pega, con fuerza, al del otro. Una nube de polvo se levanta. Vuelan pedazos de cáscara. No sueltas el gabete. Tu vecino tampoco. No quieres mirar, pero miras. Tu gallito está clavado en el de él.
Parpadeas y el minuto insiste en pasar y te sorprendes al ver que tu gallito, en cuestión de nada, se deshace, se desmorona. El de tu contrincante permanece intacto. Perdiste otra vez.
Te acuerdas de esto tras un sueño, tantos años después. Ese encuentro lo recuerdas claramente. ¿Fue esa la última vez que jugaste? Es posible. ¿Cómo se jugaban los gallitos exactamente? Se te hace difícil precisarlo. Estás casi seguro de que ni tan siquiera los habías pensado en una década. Lo buscas en YouTube. Hay un video. Lo ves. Te ríes. Sientes la necesidad de ponerlo en Facebook. Otros se ríen y comentan.
Decides escribir de ello. No es nostalgia, lo sabes. Es, en todo caso, un intento, en estos días en los que todo está en juego, en venta, de registrarlo, de incluirlo en un inventario que fije la antigua forma de tus días. ¿De nuestros días?

sábado, agosto 19, 2017

sobre el tic toc diario, barnes dixit

We live in time--it holds us and molds us--but I never felt I understood it very well. And I'm not referring to theories about how it bends and doubles back, or may exist elsewhere in parallel versions. No, I mean ordinary, everyday time, which clocks and watches assure us passes regularly: ticktock, clickclock. Is there anything more plausible than a second hand? And yet it takes only the smallest pleasure or pain to teach us time's malleability. Some emotions speed it up, others slow it down; occasionally, it seems to go missing - until the eventual point when it really does go missing, never to return; dice Julian Barnes en Sense of an Ending y con esta termino las tres citas que encontré en un e-mail que me envié hace unos añitos. 

viernes, agosto 18, 2017

la golpiza cotidiana, sigue barnes

I certainly believe we all suffer damage, one way or another. How could we not, except in a world of perfect parents, siblings, neighbors, companions? And then there is the question on which so much depends, of how we react to the damage: whether we admit it or repress it, and how this affects our dealings with others.Some admit the damage, and try to mitigate it; some spend their lives trying to help others who are damaged; and there are those whose main concern is to avoid further damage to themselves, at whatever cost. And those are the ones who are ruthless, and the ones to be careful of; dice Julian Barnes en Sense of an Ending según un e-mail viejo con el que me tropecé y que parece que me envié a mí mismo cuando leí la novela hace unos años, y del que he estado poniendo citas los pasados días. 

jueves, agosto 17, 2017

vida≠literatura, dixit julian barnes


This was another of our fears: that life wouldn't turn out to be like literature; dice Julian Barnes en Sense of an Ending según un e-mail viejo con el que me tropecé y que parece que me envié a mí mismo cuando leí la novela hace unos años.