Luis Palés Matos garabatea algo. |
Kalahari
¿Por qué ahora la palabra
Kalahari?
El día es hermoso y claro. En la
luz bailotean
con ágil gracia, seres luminosos
y alegres:
el pájaro, la brizna de hierba,
las cantáridas,
y las moscas que en el vuelo
redondo y embriagado
rebotan contra el limpio cristal
de mi ventana.
A veces una nube blanca lo llena
todo
con su mole rolliza, hinchada,
bombonosa,
y en despliegue adiposo de
infladura
es como un imponente pavo real
del cielo.
¿Por qué ahora la palabra
Kalahari?
Anoche estuve de francachela con
los amigos,
y derivamos hacia un lupanar absurdo
allá por el sombrío distrito de
los muelles…
El agua tenebrosa ponía un vaho
crudo
de marisco, y el viento ondulaba
premioso
a través de los tufos peculiares
del puerto.
En el burdel reían
estrepitosamente
las mujeres de bocas pintadas… Sin embargo,
una, inmóvil, callaba; callaba
sonreída,
y se dejaba hacer sonreída y
callada.
Estaba ebria. Las cosas sucedían
distantes.
Recuerdo que alguien dijo—Carmella,
un trago,
un trago.
¿Por qué ahora la palabra
Kalahari?
Esta mañana, hojeando un magazín
de cromos,
ante un perrillo de aguas con
cinta roja al cuello,
estuve largo tiempo observando,
observando…
No sé por qué mi pensamiento a la
deriva
fondeó en una bahía de claros
cocoteros,
con monos, centenares de monos
que trenzaban
una desordenada cadena de
cabriolas.
¿Por qué ahora la palabra
Kalahari?
Ha surgido de pronto,
inexplicablemente…
¡Kalahari! ¡Kalahari! ¡Kalahari!
¿De dónde habrá surgido esta
palabra
escondida como un insecto en mi
memoria;
picada como una mariposa diseca
en la caja de coleópteros de mi
memoria,
y ahora viva, insistiendo,
revoloteando ciega,
contra la luz ofuscadora del
recuerdo?
¡Kalahari! ¡Kalahari! ¡Kalahari!
¿Por qué ahora la palabra
Kalahari?
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