El otro día escuchaba una charla que dio Alberto Moreiras, titulada Universidad. Principio de equivalencia, en México hace unos meses, en la que este jugaba con la diferenciación entre éxito y logro dentro de la Universidad. En los primeros quince o veinte minutos de su discurso, Moreiras trajo a colación unas cartas del novelista español Juan Benet a un joven Javier Marías. Moreiras jugó con ella, extrapoló, especuló y las llevó más lejos, pero lo que citaba me picó la curiosidad y busqué por internet hasta dar con un breve escrito de Marías en el que citaba la correspondencia del 25 de diciembre de 1986. En una carta, en la que Benet mismo citaba un ensayo suyo que desconozco, lanzó una definición del arte de la novela que siento resonó con ideas que he garabateado en mis cuadernitos. Acá la pongo y pregunto, así de salida, ¿no presenta Benet aquí un modelo tanto de escritura como de lectura?
'El asunto -o el argumento o el tema- [de la novela] es siempre un pretexto y si no
creo en él como primera pieza jerárquica dentro de la composición narrativa es
porque, cualquiera que sea, carece de expresión literaria y se formulará
siempre en la modalidad del resumen. Definir la narración como «el arte de
contar una historia» me parece una banalidad incalificable; ni siquiera es una
tautología [...]. Pienso a veces que todas las teorías sobre el arte de la
novela se tambalean cuando se considera que lo mejor de ellas son, pura y
simplemente, algunos fragmentos.' Y si HL 1, HL 2, HL 3, etc. [la novela que escribía Benet, Herrumbrosas lanzas], han de servir
tan sólo como piezas de sustentación de unos cuantos fragmentos agradables de
leer ¿a qué más puedo aspirar de acuerdo con lo anteriormente expuesto?
[...]"Muchos poetas creen -y en eso oscuramente justifican la brevedad de sus composiciones- que todo o casi todo lo que escriben es de esa condición. Pero es una tontería o una falacia permanente, como la fe de un creyente. Y precisamente la confianza en que todo sea de la misma altura es lo que aborta el fragmento. Por consiguiente, creo que los fragmentos configuran el non plus ultra del pensamiento, una especie de ionosfera con un límite constante, con todo lo mejor de la mente humana situado a la misma cota. Por eso te hablaba antes del magnetismo que ejerce esa cota y que sólo el propio autor puede saber si la ha alcanzado o no, siempre que se lo haya propuesto pues es evidente que hay gente que aspira, sin más ni más, a conseguir la armonía del conjunto."
[...]"Muchos poetas creen -y en eso oscuramente justifican la brevedad de sus composiciones- que todo o casi todo lo que escriben es de esa condición. Pero es una tontería o una falacia permanente, como la fe de un creyente. Y precisamente la confianza en que todo sea de la misma altura es lo que aborta el fragmento. Por consiguiente, creo que los fragmentos configuran el non plus ultra del pensamiento, una especie de ionosfera con un límite constante, con todo lo mejor de la mente humana situado a la misma cota. Por eso te hablaba antes del magnetismo que ejerce esa cota y que sólo el propio autor puede saber si la ha alcanzado o no, siempre que se lo haya propuesto pues es evidente que hay gente que aspira, sin más ni más, a conseguir la armonía del conjunto."
¿Les parece? Lo leo y no puedo dejar de pensar que el difunto españolete delinea, de cierto modo, una forma de escritura y lectura de novelas: escribir y leer novelas con la esperanza de dar con un fragmento que resuene--¿no es ese un fin ya de por sí satisfactorio, un logro?
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