1.
Si algo, más allá de toda su propuesta metafísica y psicoanalítica,Neon Genesis Evangelion es un estudio de la soledad, de la imposibilidad de relacionarnos, de alcanzar, comprender y alivianar el dolor de los demás, casi come diría Sontag.
2.
Regresé a este anime, luego de muchos años, porque se lo recomendé a un compañero, y me dio curiosidad por revivir aquel fardo de emociones que me causó cuando me tropecé con él por primera vez, siendo apenas un adolescente. Sigue igual, descubro. Igual de pertinente.
3.
Todos los personajes están aislados en si mismos, como si flotasen dentro de una cápsula que está depositada en el centro de un cuerpo ajeno, como si éste no fuese más que una armadura, una cárcel. Como si sus cuerpos fuesen los EVAs (robots gigantes que conducen) y la sincronización entre mandato y acción fuese nula.
El más evidentemente aprisionado es Shinji, el protagonista. A quien todos intentan alcanzar, con el que intentan comunicarse de una manera u otra, siempre fracasando, siempre chocando contra el descubrimiento de que la única forma de tender puentes es ordenándoselo. Que la única habilidad de la que éste goza es el acatar. Siguiendo órdenes hasta las más simples, las más domésticas, evade la responsabilidad (entiéndase, el dolor).
Mas, no es el único. Poco a poco, mientras progresan los veintiséis episodios que las conforman, con docenas de minutos apenas animados (con el acenso de la serie, desciende la cantidad de frames por segundo por cuestiones de presupuesto) invertidos en niños quejándose, en autorreflexiones, en recuerdos humillantes, vamos cayendo en cuenta de que todos están igual de solos. Las vestiduras se van rasgando, con cada episodio se arranca una capa de algún personaje, se le espetan las garras salvajemente y se escudriñan sus más íntimas viseras, dejándonos un cuerpo desnudo, un brazo completamente humano, un EVA vivo. Todos intentando despojarse de la historia, del pasado, que es el amplificador de la soledad, que es el peso insoportable; dando los últimos aletazos para poder seguir adelante, para poder dar la última batalla.
4.
Es el aspecto humano de la serie lo que la hace increíble. Esa necesidad de alcanzar al prójimo. De poder por lo menos posar las yemas de los dedos sobre un hombro y saber que lo que se toca es a un igual. O, por lo menos, la añoranza de éste tipo de experiencia, de este tipo de contacto.
Si algo, más allá de toda su propuesta metafísica y psicoanalítica,Neon Genesis Evangelion es un estudio de la soledad, de la imposibilidad de relacionarnos, de alcanzar, comprender y alivianar el dolor de los demás, casi come diría Sontag.
2.
Regresé a este anime, luego de muchos años, porque se lo recomendé a un compañero, y me dio curiosidad por revivir aquel fardo de emociones que me causó cuando me tropecé con él por primera vez, siendo apenas un adolescente. Sigue igual, descubro. Igual de pertinente.
3.
Todos los personajes están aislados en si mismos, como si flotasen dentro de una cápsula que está depositada en el centro de un cuerpo ajeno, como si éste no fuese más que una armadura, una cárcel. Como si sus cuerpos fuesen los EVAs (robots gigantes que conducen) y la sincronización entre mandato y acción fuese nula.
El más evidentemente aprisionado es Shinji, el protagonista. A quien todos intentan alcanzar, con el que intentan comunicarse de una manera u otra, siempre fracasando, siempre chocando contra el descubrimiento de que la única forma de tender puentes es ordenándoselo. Que la única habilidad de la que éste goza es el acatar. Siguiendo órdenes hasta las más simples, las más domésticas, evade la responsabilidad (entiéndase, el dolor).
Mas, no es el único. Poco a poco, mientras progresan los veintiséis episodios que las conforman, con docenas de minutos apenas animados (con el acenso de la serie, desciende la cantidad de frames por segundo por cuestiones de presupuesto) invertidos en niños quejándose, en autorreflexiones, en recuerdos humillantes, vamos cayendo en cuenta de que todos están igual de solos. Las vestiduras se van rasgando, con cada episodio se arranca una capa de algún personaje, se le espetan las garras salvajemente y se escudriñan sus más íntimas viseras, dejándonos un cuerpo desnudo, un brazo completamente humano, un EVA vivo. Todos intentando despojarse de la historia, del pasado, que es el amplificador de la soledad, que es el peso insoportable; dando los últimos aletazos para poder seguir adelante, para poder dar la última batalla.
4.
Es el aspecto humano de la serie lo que la hace increíble. Esa necesidad de alcanzar al prójimo. De poder por lo menos posar las yemas de los dedos sobre un hombro y saber que lo que se toca es a un igual. O, por lo menos, la añoranza de éste tipo de experiencia, de este tipo de contacto.
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