Electrochoques, murmuró el señor Hermilo con pesar, y el loco le contó con un silencio de caracola cómo duele tanta risa chamuscada.
La cabeza se le recostó en el pecho, se fue hundiendo despacio. Un día todo él se convirtió en leyenda.
La Estación de la Verguenza, Ricardo Chávez Castañeda
No hay comentarios.:
Publicar un comentario