Uno no hace el café, lo pone a hacer. Sea a
las seis de la madrugada o no, mañanas como hoy, cuando te levantas más
temprano de lo usual porque tienes demasiado que hacer. Dices, “es hora de
escribir algo” y entras a esta página, y descubres que el blog igual refleja tu
investigación de las pasadas semanas. A veces piensas que a la cita le falta un
poco de sangre, de candela. Recuerdas que es un tipo de cuaderno de lectura, un
collage. Decides que subirás la columna de mañana esta tarde,
por eso de romper la retahíla monótona.
Ayer escuché en la radio una grabación de un terrorista paquistaní intentando obligar, en urdu, a una mujer mexicana que secuestró en un hotel a colaborar con él. La mujer repetía, una y otra vez, "no te entiendo", así, en el español que conocemos.
El ruido con el que terminaba el clip, un estrépito en seco, ha de quedar anónimo.
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