miércoles, octubre 24, 2012

"are you sure?", una columna

Acá cuelgo mi columna de este mes de la sección Buscapié de El Nuevo Día, 24 de octubre del 2012. El link original lo pueden encontrar acá.


En dos semanas votaré por un presidente.

Cuando estaba en la elemental, una maestra insistió que un presidente era aquel mandatario con el poder de disponer de un ejército. Eso siempre se me quedó. Cada vez que aprendía el nombre de un político, me hacía la pregunta. Mientras más lejos se encontrasen de la medida bélica, menos los estimaba. Cuando Willy ganó la alcaldía, descubrí que había sido general y el niño en mí se acordó de la maestra.
Siento justos, la ‘misi’ no lo hizo por belicosa. Lo hizo porque no entendíamos cuál era la diferencia entre Bush I y Hernández Colón. Igualmente tuvo que explicarnos, aunque no recuerdo, que la guardia nacional no era eso tal cual. Lo que sí recuerdo fue la aclaración de que el Ejército Puertorriqueño era otra cosa y que no debíamos preocuparnos por ello.

Era una escuela de populares. Por eso se complicó la cuestión al intentar explicar que sí éramos un país pero que nuestro gobernador no era un presidente. Igual, la cuestión de cómo era que el nuestro no era como los otros gobernadores, porque nuestro gobernador gobernaba un país.

Volviendo a su prueba presidencial, la misis explicó que cuando los padres de la nación estadounidense decidieron crear la institución ejecutiva se formó sendo revolú por el temor a una posible dictadura. El punto, dijo la misi, es que eventualmente decidieron que un presidente ejercería por cuatro años, firmaría acuerdos, y dispondría del ejército, aunque no podría declarar la guerra. De ahí la escala de poder que nos heredó.

Acordándome de esto, le digo al niño que fui que pronto votaré por alguien que dispondrá de un ejército. Cuando se lo comento a mis vecinos acá en Georgia, con alguna emoción de por fin ser parte oficial del intercambio de violencias que hace historia, siempre preguntan, confundidos, que cómo es que yo puedo votar. Le explico lo del gobernador que no es lo mismo que un gobernador porque el nuestro no gobierna un estado sino un país, etc.…pero me rindo a mitad. Les digo que no importa, que no se preocupen por ello. Siempre titubean, me miran como si supieran algo que yo no, e insisten: “Are you sure?”

jueves, octubre 18, 2012

"hispanic", una columna

Acá cuelgo mi columna del mes pasado de la sección Buscapié de El Nuevo Día, 25 de septiembre del 2012. El link original lo pueden encontrar acá.


El caso es que todos lo quieren, esa cosa ambivalente a la que acá le llaman el “hispanic vote”. Es tan deseable que hacen lo que sea posible para obtenerla, ponen a hablar a quien sea, se anuncian donde sea y van a la estación que sea. Garantizarlo, estar seguro que voten de equis o ye manera, es un tipo de santo grial, un shot de placer y victoria directito al glande electoral.

El mes pasado, en las convenciones nacionales, los dos partidos trajeron a sus muñequitos y los peinaron y los maquillaron y los pusieron en la tarima y les dijeron que dijeran cualquier cosa. Cualquier cosa excepto aquello que se distanciara de lo que se espera que muñequitos de esa cultura digan. Orgullos patrios, nuestro gobernadorcito republicano y nuestra primera damita rubia sonaron idénticos al alcaldecito demócrata de San Antonio (claro, con una que otra divergencia). Idénticos a pesar de que los primeros son el contrario de lo que el votante americano promedio imagina cuando dice “hispanic vote”, y que el segundo tiene un largo historial familiar de militancia chicana en el país. Los guionistas quitaron cualquier mancha esclarecedora que amenazase con que se cruzara la rayita en tiza que separa el ‘diversity’ del ‘difference’. No sólo tocó a los hispanics, of course; pues todas las minorías allí estaban obligatoriamente atadas al “minority-speak”. Esa habla espectacular en la que todo suena a narrativa genérica de inmigración y superación. No importa ni un chililín si lo que sale de entre esos jugosos labios parpadeantes sea la mera verdad o no; esto se trata de “authenticity”, y por ello damos un millón de amigos y sus mamitas.

El partido del elefantito rojo le tiene tantas y tantas ganas que está dispuesto a obligar al amor carnal a hacerse platónico. Están dispuestos a reprimirse, por el bien común. Por ello comienzan a establecer políticas electorales de identificación dignas del más estricto aeropuerto. Políticas que según informes recientes le dificultarán el voto a 10 millones de ciudadanos hispanos. Mientras, pronuncian lo que haya que pronunciar y sonríen junto a quien haya que sonreír y se toman fotos junto a quien diga lo que ellos quieren que diga. Whatever it takes.