martes, noviembre 27, 2012

el nombre "independencia", una columna


Acá cuelgo mi columna de mañana, de la sección Buscapié de El Nuevo Día, 28 de noviembre del 2012. El link original lo podrán encontrar cliqueando aquí, una vez salga.



El nombre "independencia" [Saldrá en el periódico como 'Nuestra entelequia']

Independencia  refiere al horizonte moral de la gramática política puertorriqueña. Independencia figura como la Meca en los tiempos antes de Muhammad, un edificio polisémico dentro del cual residen todas las demandas éticas y políticas, tanto liberales como marxistas, tanto democráticas como socialistas. Independencia es la línea que marca el comienzo de la política y, como tal, no necesita de mayores indagaciones, de mayores propuestas. Sólo varía el discurso con respecto al medio, al vehículo para llegar a esa raya.

Independencia, en los referéndums de estatus, queda como un recordatorio, como trasnominación de una lucha histórica, como trazo de ese horizonte futuro, de ese podemos ser de otro modo. A diferencia de las otras dos opciones, que siempre son modificaciones al estatus actuallas ampliaciones soberanistas al ELA como pequeñas alteraciones; la estadidad como evolución—“independencia anida como promesa abierta, como claraboya de futuro; como invitación al juego, a la literariedad.

Con la dilapidación de los movimientos liberacionistas de las primeras cinco décadas de la historia política de nuestra isla, para bien o para mal, nos quedó, en el atalaya que vela por el horizonte, el Partido Independentista Puertorriqueño. Un partido que referéndum tras referéndum ha construido plataforma tras plataforma sobre las migajas semánticas (y moralistas) de la palabra en cuestión, pero que nunca se ha preocupado por esbozar lo que reside al otro lado. Si el PIP desease ser algo más que la tiendita que mantienen las grandes empresas para sostener la falacia de competitividad, y cuya franquicia comienza a ser amenazada por nuevos partidos que minan su discurso ético, es imperativo que se atreva a visualizar ese futuro, y que invierta su tiempo entre cuatrienios, además de en la recolección de firmas, en elaborar, promover, y no sólo explotar, esta visión.

Como habrá dicho, acertando, una escritora descartable a la que se le ha prestado demasiada atención, la independencia puertorriqueña es una entelequia. Pero, independencia es y será siempre el nombre de nuestra entelequia, la entelequia de un siglo que va tirando para sus ciento quince años y no promete terminar. 

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