lunes, enero 06, 2014

seis de enero

Un río que pasa por entre una montaña y el mar--que no cupo en esta foto--en algún lugar de Tayrona. 
Se aproxima la primera hora del seis de enero del dos mil catorce y, en algún lugar entre el whiskey y el galón de agua al que me entrego para evitar una fausta mañana, intento conciliar o el sueño o el segundo capítulo de mi nuevo proyecto de novela, pero no puedo hacer ninguno de los dos porque una banda de vallenato toca en el edificio de al lado, dedicándole todas y cada una de las canciones a los novios, para que sean felices, o a los novios, para que tengan muchos hijos, o a los novios, para que tengan una primera noche que les de bochorno a sus padres.

Hace poco aprendí, además, que el nombre vallenato viene de Valle Dupar algo que parece obvio, pero no lo sabía. Igual un chiste: ¿cuál es el hijo de la ballena? El vallenato. Da gracias, pero también da cocos, como bien se podría decir empatándolo con otro chiste, que alguna vez me dijo aquella amiga que conocí en STEP, que era un programa de entrenamiento de nuevos ingenieros y que algo tenía que ver con la NASA y en el que yo fui el único que seguí una carrera impráctica.

De Cartagena me quedan tres semanas y este pasado fin de semana lo pasé en Rodadero, Santa Marta, y estoy a punto de recalentar una arepa con huevo que compramos esta mañana, pero que no me comí. Por más que esté acá no puedo dejar de pensar que la ciudad vieja de Cartagena es una conspiración para hacerme ver el viejo San Juan con otros ojos, y que Rodadero no es sino el Boquerón de mi niñez. Todo esto para decir que quizás Benítez Rojo tenía razón y que la isla que se repite no tiene que ser isla, sino más que nada costa, y quizás así mutatis mutandi... Claro, mantengamos las cosas claras, nada de esto tiene que ver con mi isla, que es Caguas, que es Bairoa, y Borinquen Pradera en la ruralía, y tíos carpinteros y ebanistas que cantan décimas—ABBAACCDDC—que poco tiene que ver con costas, pero podemos olvidarnos de ello y el hecho de que mientras crecía sólo iba a la playa una vez al año y que viva el Caribe y la piña.


Tengamos esto por una nota y dejémoslo ahí inconcluso. 

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