miércoles, enero 28, 2015

syriza, una columna

Esta columna apareció el miércoles 28 de enero del 2015 en El Nuevo Día


El domingo, ante la entonces inminente victoria griega del partido de coalición izquierdista Syriza, un ministro de finanzas de la Unión Europea insistió en que, con respecto a la deuda helénica y a pesar de lo que anteriormente se había dicho, sí había posibilidad de negociación fiscal. Eso sí, continuó, de lo que no había posibilidades era de cambiar las reglas de la unión monetaria. El ministro belga, quebrando con el aire conciliador de quien se ve con la cola entre las ancas, remató insistiendo que “es imposible cambiar las cosas fundamentalmente”. En otras palabras, y en nuestro dialecto autóctono isleño, “such is life”.
Lo increíble de la sentencia del ministro, y de gran parte de los economistas de la pasada década, no es la facilidad con la que fijan los horizontes de posibilidad (qué se puede hacer y qué no). Lo que sorprende es la comodidad y la desfachatez con la que son capaces de abolir dichos horizontes y las reglas del juego cuando son sus intereses los que se ven afectados.
Hay que recordar que cuando la Unión Europea accedió a ayudar a la economía griega, dictó que sólo sería posible hacerlo tras una dura serie de medidas de austeridad. Éstas estuvieron dirigidas a cortar gasto, salario y retiro público, arrasando indiscriminadamente con los beneficios y los cuidados sociales que justo se habían instituido a mediados de un siglo pasado como parches a un sistema ya entonces roto y parcial a la crisis. Sin embargo, ante la victoria de Syriza, esta sentenciosa imposibilidad se revela un poco menos imposible.
Antes de comenzar a hablar de “rudos despertares” tan temprano en el juego, quizás debamos postergar el gesto un momento y mirar la extraña cifra Syriza para ver en ella, no el acrónimo de un improbable partido victorioso, sino la más reciente negación de la fatalidad neoliberal, de esa tendencia a declararse fin de la historia.
“Such is life”, dicen una y otra vez. Podemos, hoy, responder: “No, it ain't”.

martes, enero 13, 2015

dilema mercantil, dixit massumi

Why defer satisfaction if the capitalist future is constitutively uncertain? But on the other hand, how can you not play it safe by deferring your satisfaction, precisely because the capitalist future is so uncertain?, asks Brian Massumi in The Power at the End of the Economy (2014)

lunes, enero 05, 2015

el emperador de los helados, dixit stevens

Wallace Stevens, The Emperor of Ice-Cream / El emperador de los helados

Llama al que lía gruesos cigarrillos,
Al forzudo, y ofrécele batir
En tarros de cocina las concupiscentes cuajadas.
Deja que las sirvientas huelguen con los mismos vestidos.

Que suelen llevar, y deja que sus galanes
Lleven flores envueltas en periódicos del mes pasado.
Deja que ser rime con parecer.
El único emperador es el Emperador de los Helados.

Llévate algo del aparador
Donde faltan tres borlas de cristal, aquella sábana
Donde ella bordaba una vez fantasías
Extendiéndola luego para ocultar su cara.
Si sus callosos pies quedan fuera, llegan
A mostrar qué fría y muda está ella.
Deja fijar la lámpara a su viga
El único emperador es el Emperador de los Helados.



domingo, enero 04, 2015

los pájaros y el tendido eléctrico, escribe robinson

I was trying to remember what birds did before there were telephone wires. It would have been much harder for them to roost in the sunlight, which is a thing they clearly enjoy doing, se pregunta un personaje de Marilynne Robinson, en Gilead.

sábado, enero 03, 2015

nada más asombroso que un rostro, dice robinson


That is something. And I’m glad I knew it at the time, because now, in my present situation, now that I am about to leave this world, I realize there is nothing more astonishing than a human face. Boughton and I have talked about that, too. It has something to do with incarnation. You feel your obligation to a child when you have seen it and held it. Any human face is a claim on you, because you can’t help but understand the singularity of it, the courage and loneliness of it. But this is a truest of the face of an infant. I consider that to be one kind of vision, as mystical as any. Boughton agrees--dixit Marilynne Robinson en Gilead. (66)