Tanto los abandonos como lo retornos ¿dan lo mismo?: tienen una semejanza tan sutil por ser quizás como círculos maltrechos, e incompletos de resultas, que, empero, vistos de pronto dal el relumbrón de un trance incorregible y, por ende, dizque ya definitivo. Lo que amenaza con irse por lo común no se va ya y lo que por un agravio o por un simple capricho se va lejos ¿para siempre?, vuelve siempre, vuelve absurdo e inclusive peor que antes. Pero aquello que se va de a deveras, y de pronto, puede ser que se engrandezca o tal vez hasta renazca, sin embargo, ha de volver a ser substancia, la misma, la de acá: allá: cual río arriba, que jamás se hubiese ido…
dixit Daniel Sada en Porque parece mentira la verdad nunca se sabe
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