El mundo cabe en los ojos
del insecto aplastado en el parabrisas.
Tengo más sed que un turista perdido
en el reino de Bahréin.
Sin embargo, está esa cocacola de dios
en los amigos del rey poniendo fin a la protesta.
Lo tiro todo en la mochila y sigo mi camino.
El mundo está allá al otro lado
del parabrisas.Tengo para mí que el agua
es un espejo que se pierde entre los dedos
y la sed es tanta
como una multitud apretada al mediodía
a las afueras de Trípoli
apunto de quemar una edición de mil ejemplares
del libro verde del coronel eterno.
Sin embargo, espero el té de dios
servido por los intelectuales a sueldo del coronel mirando
como los aviones impiden volar a los aviones.
Lo guardo todo en la mochila y sigo mi camino.
Tengo para mí
el mundo al otro lado del parabrisas.Me detengo a poner algo de gasolina.
A estirar las piernas un poco.
Un poco de agua embotellada y de repente
estas ganas de encender un cigarrillo.
Estas ganas de encender un cigarrillo
mientras lleno el tanque.
Me tropecé con este poema por Facebook, y me gustó bastante. Digamos que me pareció necesario. Después de esta entrada, subiré una traducción al inglés que alteré de una versión con la que el mismo autor acompañó al texto. Aquí va.
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