jueves, septiembre 29, 2011

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Desde que salió Palacio, apenas he puesto nada aquí. Aunque, podría decir también, que desde que salió la novela aún no me he detenido a procesar que salió la novela. Así el tirijala de la vida, del negocio académico que no para, que te tiene dando clases a diario, viendo caras nuevas, extrañas, que conoces pero que no conoces. Muchachitos que te saludan, por meses, y luego se vuelven a deshacer en la masa que los parió. Así el tirijala, así de un texto a otro texto, por el día, y, por la noche, darle cabeza al asunto, darle cabeza y darle cabeza y darle cabeza hasta que la mañana te sorprende, todavía a mitad de pensamiento. Viene el momento, días después, que leyendo algún escrito que piensas que nada tiene que ver, te tropiezas con otra pieza del rompecabezas que te mantiene despierto en la noche y te parece tan simple, te parece que era obvio, y piensas que hubieses podido invertir esa noche pensando la próxima pieza, o repensando la anterior: sigue la máquina, la machina de feria patronal, aquél círculo de metal que se llamaba La caja de muertos, en la que te parabas en contra de una plancha gastada, y, tras el calentar de un motor, comenzabas a dar vueltas y vueltas y vueltas, y alguien vomitaba y tú, a pesar de que estabas a punto, te lo aguantabas, porque no serás tú quien se rinda, serán siempre ellos, tú eres perseverancia, tú eres insistencia, oficio, a pesar de que lo que esperas es que ellos se quiten primero, para tirar la toalla en seguida.
Acá abajo, entonces, pongo algunas foticos que se tomaron durante la actividad.

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