Foto tomada justo en el momento en el que aconteció el regalo. (Propiedad del quirófano). |
Ellos también,
en diferentes partes del mundo, regalaron la oreja derecha y el meñique de un
pie. Les pareció adecuado, por no decir ideal. Increíblemente, lo hicieron en
la más total anonimidad. Ya desde hacía meses que el regalar la oreja derecha y
el meñique de un pie se había vuelto parte del arsenal cotidiano de la sección
de noticias internacionales de los diarios nacionales. Inclusive, había gente
regalando omoplatos, y costados enteros. Ellos, sin embargo, simplemente
regalaron esas dos unidades. No tenían planificado entregar nada más, ni
habrían de entregar nada más, como aprenderemos días más tarde. Eso era todo;
simplemente el acontecimiento de la entrega de esa oreja, ese meñique, y la
gracia con la que lo hicieron. Si algo habrá de decirse de ellos, ahora que lo
pienso, teniendo conocimiento de los archivos de todas las orejas y meñiques
dados en las pasadas semanas, es que nadie antes regaló algo con tanta gala,
con tanta astucia, con tanta franqueza. Eso, supongo, los aunó por un instante.
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