martes, agosto 21, 2012

gestos, una columna

Acá cuelgo mi columna del día de hoy de la sección Buscapié de El Nuevo Día, 21 de agosto del 2012. El link original lo pueden encontrar acá.

Pancarta para una producción alemana de "Un virtuoso del hambre" / "Un artista del hambre" de Franz Kafka. 
Un cuerpo enflaquecido, con las costillas asomándose a través de una finísima capa de lo que se figura piel, los ojos entornados, ocupando un espacio público en ayuno político: digamos que en huelga de hambre. Un grupo de personas en plena caminata, enjutos en silencio; una pancarta. Una extensa yarda de tela de equis color con equis diseño aleteando en lo alto de un asta, en plena ráfaga. Una viga de madera cruzada en la parte superior por otra viga paralela.

A la yarda de tela le llamamos bandera, a las vigas, cruz, e igual nos persignamos ante ambas. Un breve índice de actos u objetos, nos dirían, cuya validez recae en el no significar por ellos mismos. El cuerpo del ayunador político, a diferencia del artista del hambre kafkiano, no hace hincapié en su ser cuerpo, sino en algo que recae fuera de sí. El grupo de personas no marchan para que un público sea capaz de percatarse de que el marchar entra en las actividades humanas.

Todas estas son ecuaciones simbólicas, como a las que se refería correctamente Alejandro García Padilla cuando afirmó que un voto por los partidos minoritarios sería siempre ya simbólico.

Las mismas ecuaciones siguen en juego cuando se dice que una cantidad equis de reglas “constituye” a un país; o que alguien (un gobernador, una legisladora) representa a un pueblo o a una comunidad; o, inclusive, decir que las palmas y las pavas sirven para otra cosa que para echarse sombra. En fin, la política como el esparcimiento de los símbolos.
Eso sí, ya habrá dicho alguien, también, que cuando un símbolo se instala como representante de sí mismo deviene en ídolo: mera imagen o semblanza sin sustancia.

Un ejemplo, de la manga, sería el propio AGP, que frente a una tarima ni goza de profundidad ni refiere a mucho más que a sí mismo; una cara que solía ser bonita, y ya. Aunque quizás ahora comienza a hacerse estandarte de la imberbe ñoñería politiquera de siempre.

Insisto: en su difusa candidatura política, AGP por fin la pegó en algo: los votos a las minorías serán siempre ya simbólicos.

Precisamente.

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