1.
De vez en cuando me da con leer el grueso tomo (negro, feo, de material incómodo, publicado por el Editorial Losada en el '68 por primera vez, y nueve veces después, hasta dar con una edición en el dosmildos) que compré azarosamente para una clase hace algunos años, sin saber que se volvería piedra de toque. Es la obra entera de Oliverio Girondo, nacido nueve años antes de que el siglo diescinueve se desplomara en el veinte; argentino, vanguardista, locuaz, barbudo.
2.
Voy libro por razones distintas. A veces para citarlo, otras para imitarlo, unas raras, como hoy, para leer una pieza en una clase en la que la profesora insiste, como en escuela elemental, que todo el mundo lea un trabajo original. Sin embargo, debido a variadas razones (la falta de piezas de corta extensión de mi autoría, vagancia, desgano, y, por qué no, respeto), en más de una ocasión, he recurrido Girondo. Su poesía aún cala, aún es vigente, su prosaísmo es cada vez más poético, más picante.
3.
Pienso que he leído el libro completo, pero no lo puedo jurar. A veces lo abro en una página al azar, y me tropiezo un poema que me parece nuevo, o que me alcanza como si lo fuera.
4.
En un momento (pasajero, por supuesto) en el que me quejaba de la inerte poesía que recurrentemente sus autores desnudan en Facebook (tan desagradable, a veces; tan aplaudida por mancos), el argentino me lanzó un derechazo con el poema Visita, publicado en La Persuasión de los días (la edición que tengo no me da la fecha de publicación, pero un yo pasado le escribió en lápiz el año 1942; espero que no haya estado equivocado). Lo interesante de Girondo, o por lo menos, de mis lecturas de Girondo, es que sus poemas logran tocar una variedad de temas (casi siempre los temas que me ocupan la cabeza), y de conversar con una variedad de autores (casi siempre los autores de libros que cargo en el bulto), mientras que, al mismo tiempo, conversan con su materialidad. Esta circularidad podría verse en Visita en un acto de casi des-autorización, en el cual no profundizaré, puesto que no es de mi interés en este momento.
5.
Adjunto el poema, apareado con una traducción al inglés que hice al momento, por eso de ejercitar músculos, y por matar algo de las 3 horas que me quedaban de mi turno en la Biblioteca.
6.
De vez en cuando me da con leer el grueso tomo (negro, feo, de material incómodo, publicado por el Editorial Losada en el '68 por primera vez, y nueve veces después, hasta dar con una edición en el dosmildos) que compré azarosamente para una clase hace algunos años, sin saber que se volvería piedra de toque. Es la obra entera de Oliverio Girondo, nacido nueve años antes de que el siglo diescinueve se desplomara en el veinte; argentino, vanguardista, locuaz, barbudo.
2.
Voy libro por razones distintas. A veces para citarlo, otras para imitarlo, unas raras, como hoy, para leer una pieza en una clase en la que la profesora insiste, como en escuela elemental, que todo el mundo lea un trabajo original. Sin embargo, debido a variadas razones (la falta de piezas de corta extensión de mi autoría, vagancia, desgano, y, por qué no, respeto), en más de una ocasión, he recurrido Girondo. Su poesía aún cala, aún es vigente, su prosaísmo es cada vez más poético, más picante.
3.
Pienso que he leído el libro completo, pero no lo puedo jurar. A veces lo abro en una página al azar, y me tropiezo un poema que me parece nuevo, o que me alcanza como si lo fuera.
4.
En un momento (pasajero, por supuesto) en el que me quejaba de la inerte poesía que recurrentemente sus autores desnudan en Facebook (tan desagradable, a veces; tan aplaudida por mancos), el argentino me lanzó un derechazo con el poema Visita, publicado en La Persuasión de los días (la edición que tengo no me da la fecha de publicación, pero un yo pasado le escribió en lápiz el año 1942; espero que no haya estado equivocado). Lo interesante de Girondo, o por lo menos, de mis lecturas de Girondo, es que sus poemas logran tocar una variedad de temas (casi siempre los temas que me ocupan la cabeza), y de conversar con una variedad de autores (casi siempre los autores de libros que cargo en el bulto), mientras que, al mismo tiempo, conversan con su materialidad. Esta circularidad podría verse en Visita en un acto de casi des-autorización, en el cual no profundizaré, puesto que no es de mi interés en este momento.
5.
Adjunto el poema, apareado con una traducción al inglés que hice al momento, por eso de ejercitar músculos, y por matar algo de las 3 horas que me quedaban de mi turno en la Biblioteca.
6.
3 comentarios:
me gusta esto
No estoy para lo inmovil,
para lo inhabitado...
WOW... no conocia de este poeta, pero quiero leerlo pronto, me encanta..
-NORE
aún con mi desconocimiento sobre la poesía, pude apreciar el poemita ese. not a bad translation either. :P
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