Tema del inmigrante y la necesidad, reseña de Barra china de Manolo Nuñez Negrón.
Hoy en las noticias, Crítica de Libros, Radio Universidad de Puerto Rico (14 de julio del 2014)
Sergio Gutiérrez Negrón
De una fila de vagones varados en un muelle, en una tarde de calor sofocante, escapa un hombre chino que ha cruzado el Oceano Pacífico ilegalmente. Su nombre es, o fue, Yuga Wang, y es el único sobreviviente de un grupo de trabajadores clandestinos que viajaba en uno de los vagones. Muy rápido, antes de poder tan siquiera recuperarse, Yuga descubre que el tráfico humano apenas comienza en la travesía. Todo lo que le sigue a la dura escena de su llegada, ocupa las ochenta páginas de la novela Barra China de Manolo Nuñez Negrón en una narración igualmente dura que no busca tomar rehenes.Una vez instalado en su empleo en un restaurante chino, Yuga Wang comienza a conocer su entorno y las condiciones de su estadía. Sin quererlo, se percata que su contrato no ha sido más que una trampa, y que la organización que posee su deuda, ha triplicado el monto. De ahí en adelante, Yuga se verá imbricado en una creciente ola de violencia atada a redes del bajo mundo que no sólo trafican drogas y estupefacientes, sino también seres humanos. En la lucha que decidirá emprender para conseguir su libertad, hallará compañía en la amistad, el cariño y, a pesar de todo, la esperanza.Todo esto sucede rápido, apenas dándole al lector tiempo para respirar. La narración de Nuñez Negrón, que también es autor del libro de relatos El oficio del vértigo, sigue un ritmo vertiginoso que interrumpe cualquier curiosidad que podamos tener con respecto a los personajes. Sin embargo, el autor logra utilizar la velocidad a su favor, y, abandonando la biografía, prefiere la relación de causa, la breve noticia de vidas infames como modos narrativos.En Barra china, publicada por Libros AC y disponible en las librerías del país, Nuñez Negrón nos ofrece un relato que, mientras progresa, se transforma en una oscura y trágica fábula de la inmigración clandestina. Una fábula que bien pudiera ser la historia de cualquier persona que se ve obligada a salir de su país de maneras extralegales. La novela de Nuñez Negrón insiste en explorar ese hiato, ese descarnado periodo que sigue para los migrantes después de cruzar océanos y mares y de caminar desiertos. De este modo, Barra china es un texto apropiado para la época, para la crisis humana que nos azota. Una crisis que no es sino la otra cara de las innumerables políticas de austeridad que se propagan de país en país, aferradas a balancear presupuestos que ven en su costo humano sólo un daño colateral.
Para hoy en las noticias en Crítica de Libros, Sergio Gutiérrez Negrón.
5 comentarios:
Interesante cómo lo planteas y el concepto de velocidad. Creo que eso va perfecto con el tema del tráfico humano. No la he leído pero me interesa. En "Simone" hay algo que se alude de la comunidad china en Puerto Rico pero esta parece plantear otros aspectos ligados al destino del hombre chino en ese panorama, lo cual me hace preguntar si se asemeja bastante a la realidad nacional.
Yo no creo que ni "Simone", ni "Barra china", ni aun "Flor de Viento y Ciruelo" tienen algo que decir con respecto a la comunidad china de "la realidad nacional". Creo que el valor de "Barra china" se halla más en ese momento de transición de cualquier inmigrado tras el viaje. Eso para mí es lo más importante.
Aunque de las tres, es la más que intenta dar una versión "realista" del asunto creo que lo logra tan poco como las otras dos. En todas, lo chino es un espacio casi vacío que llenar con cosas, un Otro casi con mayúsculas que, mientras progresa, se va haciendo minúscula pero sigue siendo "el otro", el afuera. En "Barra china" no se llena con nada; de hecho, por eso da ese aspecto de fábula, creo. El personaje principal es como un vaso vacío, como una máquina con propulsión. En "Simone," la personaje me parece igualmente ese espacio de otredad que bien pudiera ser cualquier nacionalidad para Lalo, aunque al ancharlo en la comunidad china, intenta darle un valor antropológico en el que para mi falla. "Simone", el personaje, es una tesis, un motivo de pensamiento. Y eso está bien, para mí. De hecho, creo que el mejor que trabaja el asunto es Rafael ACevedo, en Flor de Viento, precisamente porque hace explícito esa tecnología narrativa. Coge al chino como el Otro, y lo deja en ese espacio de otredad creando todo un aparato sinológico totalmente falso, y literario (en tanto que hace hincapié en toda la literariedad de escoger a un chino como personaje misterioso).
Digo todo esto teniendo en cuenta que mi primera novela hace lo mismo. Excepto que en vez del vaso vacío del otro-extraño que motiva la trama, usa un espacio orientalita otro, que deja ese mismo juego orientalista en Japón, donde suceden cosas que "acá no".
Entiendo, entiendo. Te preguntaba porque a veces busco en la lectura de ficción alguna base "real" o estadísticamente probable, sin menospreciar o ignorar todo el valor literario de lo que tú expresas. Gracias por aclarar todo eso.
Ah, no, yo también. Digo, busco otras cosas, además, dependiendo qué el texto quiera ofrecer, pero realmente, en la novela, es más cuestión de, si eso es lo que quieres, poder lograr ser verosímil y crear un efecto de realidad.
Diría que lo mismo en el periodismo, el trabajo estadístico, o las ciencias, jaja.
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