miércoles, agosto 27, 2014

desrazón, una columna

Esta columna salió publicada en el miércoles, 27 de agosto del 2014 en El Nuevo Día.
Broken Glass, de Mads Perch.
La doctora bayamonesa no está sola. La acompañan manadas. No me refiero a quienes, viéndose reflejados, la aplauden por Internet, doctorada vocal de sus frustraciones. Hablo del giro que ha venido junto a las medidas de austeridad y la ansiedad de las clases medias. Ése que ha hecho que en países como el nuestro, el clasismo se intensifique, se impaciente, se vuelva más radical en sus ataques a quienes participan del “welfare”. Ése que es el equivalente de la intensificación racista acá en Estados Unidos, en donde la pobreza, y con ella esa misma frustración clasemediera estridente, se ha racializado ante la invisibilidad de la pobreza blanca, escondida en la ruralía y en las faldas de los Apalaches.

Van casi seis años ya de crisis económica, y comienza a hacerse obvio que sus efectos monetarios también son emocionales. La razón se desvanece, y “lo otro”, eso que las clases medias dejan en sus límites, burbujea. No se trata de la sinrazón ni de esos trastornos médicos con los que nos protegemos de la locura. Es “lo otro” lo que vemos filtrándose, eso a lo que bien le podríamos llamar “desrazón”, y que no es más que el giro torcido de la razón, su absurda mutación moralista, esa vociferada por una doctora bayamonesa o por los ofendidos que condenan que pasen a personas de escasos recursos apartamentos que nunca podían adquirir.

“Desrazón” es la lógica que banca en el título universitario el emblema de la estimación y en la deuda adquirida, el pasaporte de ciudadanía. Es la lógica al revés que se enorgullece de permanecer en el país, y crítica a los idos; al mismo tiempo que amenaza con irse del país, y justifica a los idos. La “desrazón” es pura pulsión afectiva mal dirigida, pulsión que sólo puede embestir contra los síntomas, entre los cuales ella misma se halla, y jamás contra las causas.

martes, agosto 26, 2014

todo está hecho para perecer, dice harding

Everything is made to perish; the wonder of anything at all is that it hasn't already done so. No, he thought. The wonder of anything is that it was made in the first place. What persists beyond this cataclysm of making and unmaking?
Paul Harding, Tinkers 

lunes, agosto 25, 2014

you will be dead and buried soon enough, escribe harding

Your cold mornings are filled with the heartache about the fact that although we are not at ease in this world, it is all we have, that it is ours but that it is full of strife, so that all we can call our own is strife; but even that is better than nothing at all, isn't it? And as you split frost-laced wood with numbs hands, rejoice that your uncertainty is God's will and His grace toward you and that that is beautiful, and part of a greater certainly, as your own father always said in his sermons and to you at home. And as the ax bites into the wood, be comforted in the fact that the ache in your heart and the confusion in your soul means that you are still alive, still human, and still open to the beauty of the world, even though you have done nothing to deserve it. And when you resent the ache in your heart, remember: You will be dead and buried soon enough.
Paul Harding, Tinkers 

lunes, agosto 18, 2014

Tierras de nadie y de todos, reseña de "In Visible Movement: Nuyorican Poetry from the Sixties to Slam" de Urayoán Noel

Tierras de Nadie y de todos, reseña de In visible Movement: Nuyorican Poetry from the Sixties to Slam de Urayoán Noel.
Hoy en las noticias, Crítica de Libros, Radio Universidad de Puerto Rico (18 de agosto del 2014)

Sergio Gutiérrez Negrón
[Para el audio, ir al fondo de este post]

¿Qué significa pertenecer? Con esa pregunta comienza el nuevo libro del poeta y crítico Urayoán Noel, In Visible Movement, una profunda investigación académica sobre los poetas nuyoricans que va desde los movimientos sociales de los años sesentas a los movimientos mercantiles de los noventas. Contrapunteando entre historia cultural y análisis literario, el libro cuenta la historia de las prácticas culturales y políticas de los poetas nuyoricans; una historia que también es la de los roles cambiantes de la poesía en las pasadas décadas.

La pregunta acerca de la pertenencia y las complejidades de la identidad surgieron casi inevitablemente para los primeros poetas nuyoricans. Estos, hijos de la Gran Migración de puertorriqueños a los Estados Unidos y veteranos de Vietnam, se vieron arrastrados hacia la ebullición política y cultural de la ciudad de Nueva York en los años sesentas, una ciudad que mantenía marginalizadas en la pobreza a decenas de comunidades minoritarias. Poetas como Pedro Pietri, Miguel Algarín, y Miguel Piñero produjeron una poesía tan variada y crítica como lo fue rica desde la ambigüedad de ser tanto ciudadanos americanos como sujetos coloniales. La nuyorican fue y sigue siendo una poesía viva y oral, bancada en el performance y en la esfera pública, hermana de tradiciones vernaculares puertorriqueñas al igual que de movimientos poéticos contraculturales como los Dadaístas y los Beats.

A través de las páginas del libro, el autor nos lleva desde estos inicios barriales y políticos, desde el "Puerto Rican Obituary" de Pedro Pietri, el "Mongo Affair" de Miguel Algarín y el AmeRícan de Tato Laviera, por los callejones del Nuyorican Poet's Café en los setenta, hasta la "Oda al Diasporícan" de Mariposa María Fernández en los noventas, y el "NuyoFuturist Manifestinity" de Edwin Torres, a principios de este siglo XXI.

Si para el autor, la historia literaria rescata de la invisibilidad a un movimiento que fue esencial a la cultura nuyorquina; el análisis literario hace posible comprender el movimiento visible y vital de esta poesía. En las manos de Urayoán Noel, la exégesis poética es una herramienta que hace posible nuevas avenidas para pensar la relación entre la poesía y el mundo. Este gesto doble de historia y análisis lo hallamos implicado en el título mismo del libro, In visible movement, que nos habla tanto de un movimiento invisibilizado como un movimiento hecho en plena visibilidad. Se trata de un juego de palabras que no sorprendería a nadie que ha seguido el trabajo de Urayoán Noel en la pasada década, caracterizado por su compromiso tanto al lenguaje como a la vitalidad de la palabra oral. En este sentido, In visible movement no sólo hace una gran aportación a la historia literaria americana, caribeña, puertorriqueña y diaspórica, sino que también encaja con la producción poética de Noel. De hecho, su último poemario, Los días porosos, bien podría leerse como la contraparte literaria de este, como una exploración paralela tanto de la porosidad del presente días, como de aquellos que se hallan en esas tierras de nadie y de todos que son y han sido las diásporas.

jueves, agosto 14, 2014

homesickness at home, dice foster wallace

I miss everyone. I can remember being young and feeling a thing and identifying it as homesickness, and then thinking well now that’s odd, isn’t it, because I was home, all the time. What on earth are we to make of that?
David Foster Wallace, The Broom of the System

miércoles, agosto 13, 2014

la vida cotidiana, reseña de 'dicen que los dormidos'

Esta reseña, de Melanie Pérez Ortiz, salió publicada en el número de julio/agosto 2014 del periódico mensual Compartir es Vivir

La violencia cotidiana
©Melanie Pérez Ortiz


La novela premiada el año pasado y recientemente publicada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, titulada Dicen que los dormidos y escrita por Sergio Gutiérrez Negrón, trata de la violencia que se nos ha hecho normal por su omnipresencia.

En ella un hombre joven va en un carro a buscar a la novia al trabajo y… la novela no explica, creo. Deben haber confundido su carro con otro. Lo que pasa es que le disparan desde otro carro al joven. Pero la perspectiva no es la de él. Es la de su hermano menor, quien se pone en sus zapatos. La narra en segunda persona gran parte del tiempo. Como para involucrarnos. Ya saben ustedes. No es lo mismo que un narrador diga en tercera persona: “Y miró un poco distraído por las gotas de sudor frío que le bajaban por el cuello la mano con el arma que lo apuntaba de frente” que decir, “Miras distraído por las gotas de sudor frío que te bajan por el cuello la mano con el arma que te apunta de frente”. Esta no es una cita de la novela. Es una oración más o menos relacionada que me invento para explicar que el tiempo presente y el efecto espejo de la segunda persona nos involucran con lo que se cuenta, de modo que mentalmente nos volvemos nosotros también las víctimas de este crimen de violencia, de los que pasan todos los días y que ignoramos porque, esta vez, no nos sucedió a nosotros.

No les voy a contar la novela, pero les advierto que el personaje no muere, sino que queda en coma por varios años. Luego sale del coma y lo que sucede se sale de nuestras expectativas. Ya, hasta ahí les cuento para picarles la curiosidad, sin quitarles la sorpresa.

Como dije el tema es la violencia. Tal vez el coma sea metáfora de lo que la violencia ha hecho con nosotros. El coma se representa desde sueños como una realidad alterna, fantástica, surrealista donde los personajes están expuestos a la guerra contra los elementos y contra otros que nos combaten todo el tiempo. El clima de la novela es el miedo, aunque se asuma la realidad con desgano o con la normalidad del resignado, y lo que permea todo el tiempo es miedo contenido. Dice Zygmunt Bauman en Miedo Líquido que hoy día los desastres de la violencia se tratan como si fueran catástrofes naturales--como si los humanos fueran sólo víctimas y no responsables de ese clima de miedo-- y su consecuencia es que el miedo está en todas partes e interrumpe la posibilidad de que nos comuniquemos. Como en una situación de pánico masivo, donde se ven seres despavoridos e irracionales corriendo al resguardo, cada cual en defensa de lo propio sin fijarse en que su ser multitud atropella a otros que han caído, así se reacciona en clima de miedo. Y no sabemos qué hacer. Cómo llegar al otro. ¿Cómo reestablecer comunicaciones rotas por la violencia? Esta novela es una hermosa nota en una botella. Encerrado en su isla el narrador pide auxilio. Aclaro, eso nunca pasa en la novela. Pero pasa. Ustedes me entienden.

sobre el midwest, escribe foster wallace

Oxford, OH. Por casa. 
As a rule, almost all of them are Midwesterners...This area of the country, what are we to say of this area of the country, Ms. Beadsman?...Both in the middle and on the fringe. The physical heart and the cultural extremity. Corn, a steady waning complex of heavy industry, and sports. What are we to say? We feed and stoke and supply a nation much of which doesn't know we exist. A nation we tend to be decades behind, culturally and intellectually. What are we to say about it?
David Foster Wallace, The Broom of the System 

martes, agosto 12, 2014

brigitte y la contingencia, dixit jelinek

brigitte makes no facts, the facts burst upon her.

elfriede jelinek, women as lovers

tragedias cotidianas, reseña de 'dicen que los dormidos'

Esta reseña, de Carmen Dolores Hernández, salió publicada el domingo 10 de agosto del 2014, en El Nuevo Día. En ella me dieron de arroz y de masa, pero a pesar de ello, me parece bastante acertada. 


lunes, agosto 11, 2014

una explicación extemporánea, ofrece jelinek

we have not described the love between erich and paula because it wasn't there. it was like a hole into which one stumbles, and after which one hobbles away again. nothing is broken, except a human creature in the bloom of her youth.

elfriede jelinek, women as lovers

sábado, agosto 09, 2014

cuentos, vidas y duchas, pregunta foster wallace

JAY: Why is a story more upfront than life?
LENORE: It just seems more honest, somehow.
JAY: Honest meaning closer to the truth?
LENORE: I smell trap.
JAY: I smell breakthrough. The truth is that there's no difference between a life and a story? But a life pretends to be something more? But it really isn't more?
LENORE: I would kill for a shower.

David Foster Wallace, The Broom of the System

viernes, agosto 08, 2014

crónica íntima para bregar con la violencia, una reseña de 'dicen que los dormidos'

 Esta reseña, de Elidio Latorre Lagares, salió publicada en junio del 2014 en OtroLunes: Revista Hispanoamericana de Cultura



Crónica íntima para bregar con la violencia


Escribir la violencia no es escribir sobre la violencia. Es un modo de sobrevivirla. Sobreponerse a ella. De es vivirla. Uno puede tratar de convivir con ella y asumir la amnesia. El olvido y la desmemoria suelen ser mecanismos de defensa ante la violencia urbana, que encarna la monstruosidad de la ciudad erosionada, y así domesticamos el dolor y el miedo. Olvidar es vivir. Mas en Dicen que los dormidos, de Sergio C.  Gutiérrez Negrón, Premio Novela del Instituto de Cultura Puertorriqueña 2013, encontramos un intento de aunar las palabras y recuperar la memoria ante la insuficiencia de las palabras. Más que ser una crónica sobre una problemática en el Puerto Rico moderno,  se trata de una bella historia del sufrimiento, una crónica íntima para lidiar la violencia.
Hay que bregar con eso.
La escritura de Sergio C. Gutiérrez Negrón siempre ha estado más allá de los claroscuros literarios. Es un narrador que narra con la misma sugestión que un poeta hace poesía. Desde su primera novela, Palacio (Libros AC, 2011), nos acostumbra a decir lo que estima necesario, dejándonos el resto en las manos, así, como si nos tocara hacer malabarismos de sentido para completar ese ciclo que se cumple en todo texto. Para que un narrador logre algo así, es fundamental conocer el lenguaje, un proceso que no se enseña, pero que sí se aprende. Así es que Sergio escribe narrativa: bajo las operaciones de la poesía.
Que no se malentienda: Dicen que los dormidos tiene mucho que decir, pero más que crónica de la violencia en Puerto Rico, lo que importa es ese lugar dolido de enunciación del narrador, Luis, desde donde vamos mirando las otras vidas que pueblan este universo narrativo. O sea, lo que sabemos de los demás personajes, viene focalizado por un narrador en primera persona que, de paso, utiliza la instancia gramatical de la segunda persona singular. Las novelas escritas a un «tú» no pueden ser muy extensas si van a ser exitosas, pero más que eso, aquí hay un recipiente del texto que nos antecede. No es un desdoblamiento de sí mismo y tampoco le habla al lector; le habla a un hermano perdido y nosotros, como voyeristas, observamos y escuchamos. Entrar en las trampas de la segunda persona gramatical y salir ileso es, de por sí, un acierto. Como acierto es pronunciarse desde su lugar social de clase media, probablemente la espina dorsal del país. Desde Buenos días, Tío Sergio, de Magali García Ramis, no creo que haya otra mejor novela que hable tan convincentemente de los que vivimos constreñidos entre dos polos sociales.
Un valor superior que guarda esta novela es la de hacer cosas complejas con suma sencillez. Esto, podría decirse, también es de poetas. La premisa narrativa que da pie a la novela es una anáfora en la realidad puertorriqueña: unos maleantes tirotean a una persona por equivocación. La anáfora, de hecho, es esa herramienta primordial utilizada estilísticamente para contarnos Dicen que los dormidos no es. En la filosofía, la anáfora es el proceso desde el inicio del ser hasta su realización. Así que nada de esto es casualidad en una novela que viene formulada como un Bildüngsroman. Pero la materialidad narrativa se solidifica cuando la persona tiroteada es el hermano mayor del protagonista, que se anula en un estado de coma por cuatro años, y en el proceso afecta a toda su familia, particularmente a Luis. Es un sufrimiento colectivo, sí, pero Luis sufre solo. Al final, es lo único verdaderamente suyo.
Quién disparó y porque lo hizo son las interrogantes que imantan la lectura hasta su consecución para dar paso a la sed de venganza, la hermana fea de la justicia. Es la fuerza que restituirá el equilibrio. Es en ese trayecto que va de la pregunta a su respuesta se resalta, irónicamente, el inmovilismo emocional, representado por el coma en que cae la víctima del tiroteo, y contrastado con la preponderancia que en la novela tienen los automóviles, ese símbolo del sentido de movimiento. De hecho, el ataque contra el hermano de Luis es de auto a auto en una avenida infestada por vehículos de motor. No hay manera de escapar. Los personajes quedan presos de su sentido de progreso y estatura social más evidente: el automóvil. En su tarea de llenar los espacios en blanco, tanto Luis como su hermano conocen a uno de los malhechores, Jariel López, quien ha sido apresado. El otro sujeto es Avelino, hasta cuya residencia logra infiltrarse el hermano de Luis y con cuya familia construye nexos comunicativos. Con Jariel en prisión, la estrategia es vengarse de Avelino. Hacia la resolución del conflicto, y ante la frustración de no poder cumplir su cometido, Luis y su hermano deciden destruir al Honda Civic negro que perteneció al victimario y desde donde se inició el atentado. “Matamos a Avelino allí”, dice el narrador luego de destruir el vehículo. En el momento, las palabras son ininteligibles, incapaces, obsoletas: “Me dices algo que no entiendo”, enuncia el narrador. Anteriormente, cuando el hermano de Luis se lanza a conocer a Jariel en prisión, el narrador nos dice: “Descubres que conversando no se arregla nada”.
Conversar. Hablar en verso.
La víctima y Jariel terminan orando juntos con la ilusión de atenuar una paz y encontrar una respuesta a algo que no la tiene. La oración es la invocación de la palabra en su capacidad transformadora. El hermano de Luis busca rehacerse, como un mito, contestarse como un problema filosófico, y las palabras ni siquiera le dan. “Y qué es lo qué me dices me dices me pregunto hoy y me preguntaré toda la vida”, dice el narrador al final.
Y ahí está la novela de Gutiérrez Negrón: tratar de atribuir palabras a una realidad que lo supera, lo abruma, lo excede. El acto fútil de la literatura. Se trata de la “reescritura de un contrato con el universo”, de tratar de dar orden a un desorden, que reescribir lo escrito, que es como el acto escriturario mismo. Ante la amplitud de tal dimensión, el realismo que sostiene los conflictos humanos en la narración necesita fortalecerse de pasajes oníricos de suma belleza, sí, pero gran valor en la caracterización de los personajes. La novela se torna extrañamente densa –no por ello difícil-, lo que hace el recorrido de esta novela corta una experiencia sostenida en el tiempo. Los sueños, que sabemos son ventanas a la interioridad anímica de los personajes, trabajan Dicen los dormidos como pasajes surrealistas en medio de una escritura que es mayormente impresionista.
Tal vez la realidad es el sueño y viceversa. En todo caso, explicarlo es poquedad. Pero hay que bregar con eso.
Sergio Gutiérrez Negrón se debe, sin cargos de conciencia, a muchas tradiciones literarias que cruzan en su texto, donde las reminiscencias de Manuel Abreu Adorno son inevitables. Junto a Eduardo Lalo, Luis Negrón y Janette Becerra, Sergio se coloca en el lado más despierto de la literatura puertorriqueña. En fin, el triunfo de Dicen los dormidos, más que su reflexión sobre la violencia (que también es un personaje) y sus efectos, es fundamentalmente artístico.

esto no es un relato rural, avisa jelinek, demasiado tarde

darkness falls, some animals begin to rustle in the forest, something stirs in the fox's den, two tired men quickly cross the village street, they wants get home, to their family and to the tv. lights come on. in some kitchens some children are shouting. mother puts the evening meal on the table. a headlamp pushes slowly through the fog. no one thinks of the forest as a landscape. the forest is a place of work. this is not a county story after all!

elfriede jelinek, women as lovers