miércoles, diciembre 31, 2014
la impropiedad y la verosimilitud, escribe frisch
tags
cita,
citas,
max frisch,
quote,
quotes
martes, diciembre 30, 2014
al fondo, la necesidad, dixit lordon
As employees repeatedly discover, all the
incentives that the capitalist employment relation successively put on stage in
order to enrich its scenery and elicit more refined interests in the
workplace—interests such as advancement, socialising, 'fulfillment'—can collapse
at any moment, leaving only the indestructible foundation of material
dependence, a stark backdrop of menace hanging over life newly made bare."
Frederic Lordon, Willing Slaves of Capital
tags
citas,
columnas,
fredric lordon,
quote,
quotes
cuestión de cadenas, dixit frederic lordon y rubén ramos
"For although we are all equally enslaved to our passions and chained to our desires, to be happy with one's chains is evidently not the same as to be saddened by them" (63), dixit Frederic Lordon en Willing Slaves of Capital, y yo me acuerdo del poema de Rubén Ramos, en angst (2011/2014), que dice "Me gusta ladrar, como el perro que persiguiendo gatos insiste hasta donde permite su cadena".
tags
cita,
citas,
frederic lordon,
quote,
quotes,
rubén ramos
lunes, diciembre 29, 2014
¡busque! ¡cuente!, una columna
Esta columna apareció el miércoles 24 de diciembre del 2014 en El Nuevo Día.
Si hay algo que les ha gustado a escritores, época tras época, es la gran sentencia. Especialmente la gran sentencia con respecto a la literatura. Ésa que descalifica mucho de lo producido en el presente cultural del enunciador, a favor de lo otro. Habrá que confesar que hay algo de productivo en el ejercicio: la sentencia conlleva, en su mejor momento, un posicionamiento del cual se extrapolan lecturas, instituciones, intenciones, y relaciones. La cláusula “la literatura es...” no puede sino gozar de cierto aire profético.
A pesar de la tradición de la sentencia excluyente, me pregunto por qué debe haber una literatura en vez de muchas. No es sólo cuestión de número. Literaturas que ni son más, ni son menos, pero que son diferentes y de modos distintos. Literaturas como avioncitos de papel y literaturas como mercancías; literaturas como piedras botas en las que se identifica una forma dura y literaturas que se imaginan carísimas prendas; literaturas para quienes quieren jugar a ser autores y literaturas para quienes quieren, y punto.
Para evadir la trampa de la sentencia, el escritor mexicano Daniel Sada solía contar una anécdota de juventud. En los años setentas, el vanguardista Salvador Elizondo se acercó a Sada y, en tono de sentencia, compartió lo que para él enarbolaba el motor principal de la escritura arriesgada, ése que le daba al arte su identidad: “¡Busque, busque, busque!”, le ordenó. Sin embargo, antes de poner en práctica la orden de Elizondo, tropezó con Juan Rulfo, quizás en una cantina. El autor de “Pedro Páramo”, inclinándose, ofreció su propio impulso sentencioso, que él creía el correcto, “contra” Elizondo: “¡Cuente!, ¡cuente!, ¡cuente!”.
Queriendo evitar la sentencia, aunque no el gesto, Sada dice que le tomó tiempo ver que lo literario residía entre estas dos pulsiones, que era en la articulación entre Elizondo y Rulfo que podía hallarse el inicio de una propuesta; una propuesta que, tomada como navaja, serviría para, entre las muchas literaturas y los pocos años, acercarnos a la que cuenta.
A pesar de la tradición de la sentencia excluyente, me pregunto por qué debe haber una literatura en vez de muchas. No es sólo cuestión de número. Literaturas que ni son más, ni son menos, pero que son diferentes y de modos distintos. Literaturas como avioncitos de papel y literaturas como mercancías; literaturas como piedras botas en las que se identifica una forma dura y literaturas que se imaginan carísimas prendas; literaturas para quienes quieren jugar a ser autores y literaturas para quienes quieren, y punto.
Para evadir la trampa de la sentencia, el escritor mexicano Daniel Sada solía contar una anécdota de juventud. En los años setentas, el vanguardista Salvador Elizondo se acercó a Sada y, en tono de sentencia, compartió lo que para él enarbolaba el motor principal de la escritura arriesgada, ése que le daba al arte su identidad: “¡Busque, busque, busque!”, le ordenó. Sin embargo, antes de poner en práctica la orden de Elizondo, tropezó con Juan Rulfo, quizás en una cantina. El autor de “Pedro Páramo”, inclinándose, ofreció su propio impulso sentencioso, que él creía el correcto, “contra” Elizondo: “¡Cuente!, ¡cuente!, ¡cuente!”.
Queriendo evitar la sentencia, aunque no el gesto, Sada dice que le tomó tiempo ver que lo literario residía entre estas dos pulsiones, que era en la articulación entre Elizondo y Rulfo que podía hallarse el inicio de una propuesta; una propuesta que, tomada como navaja, serviría para, entre las muchas literaturas y los pocos años, acercarnos a la que cuenta.
tags
column,
columna,
columnas,
daniel sada,
el nuevo día
jueves, diciembre 11, 2014
un hombre invernal, imagina harding
Howard wondered about a man who had never seen summer, a winter man, examining the weeds and making this inference—that he was looking at an ossuary. The man would take that as true and base his ideas of the world on that mistake. He would concoct narratives about when those thorny animals picked through the brush and fields, sketch outlandish guesses, publish papers, give talks in opulent rooms to serious men all wearing the same formal suits, draw conclusions, get it all wrong. Howard thought, I do not even know if that is ragweed or Queen Anne's lace.
Paul Harding, Tinkers
tags
cita,
citas,
paul harding,
quote,
quotes
Suscribirse a:
Entradas (Atom)