lunes, diciembre 29, 2014

¡busque! ¡cuente!, una columna

Esta columna apareció el miércoles 24 de diciembre del 2014 en El Nuevo Día


Si hay algo que les ha gustado a escritores, época tras época, es la gran sentencia. Especialmente la gran sentencia con respecto a la literatura. Ésa que descalifica mucho de lo producido en el presente cultural del enunciador, a favor de lo otro. Habrá que confesar que hay algo de productivo en el ejercicio: la sentencia conlleva, en su mejor momento, un posicionamiento del cual se extrapolan lecturas, instituciones, intenciones, y relaciones. La cláusula “la literatura es...” no puede sino gozar de cierto aire profético.

A pesar de la tradición de la sentencia excluyente, me pregunto por qué debe haber una literatura en vez de muchas. No es sólo cuestión de número. Literaturas que ni son más, ni son menos, pero que son diferentes y de modos distintos. Literaturas como avioncitos de papel y literaturas como mercancías; literaturas como piedras botas en las que se identifica una forma dura y literaturas que se imaginan carísimas prendas; literaturas para quienes quieren jugar a ser autores y literaturas para quienes quieren, y punto.

Para evadir la trampa de la sentencia, el escritor mexicano Daniel Sada solía contar una anécdota de juventud. En los años setentas, el vanguardista Salvador Elizondo se acercó a Sada y, en tono de sentencia, compartió lo que para él enarbolaba el motor principal de la escritura arriesgada, ése que le daba al arte su identidad: “¡Busque, busque, busque!”, le ordenó. Sin embargo, antes de poner en práctica la orden de Elizondo, tropezó con Juan Rulfo, quizás en una cantina. El autor de “Pedro Páramo”, inclinándose, ofreció su propio impulso sentencioso, que él creía el correcto, “contra” Elizondo: “¡Cuente!, ¡cuente!, ¡cuente!”.

Queriendo evitar la sentencia, aunque no el gesto, Sada dice que le tomó tiempo ver que lo literario residía entre estas dos pulsiones, que era en la articulación entre Elizondo y Rulfo que podía hallarse el inicio de una propuesta; una propuesta que, tomada como navaja, serviría para, entre las muchas literaturas y los pocos años, acercarnos a la que cuenta.

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