jueves, agosto 13, 2015

charleston, una columna

Esta columna apareció el 26 de junio del 2015 en El Nuevo Día.



En un manifiesto virtual, el asesino de Charleston dijo que le nació la conciencia, llamemos así su aparato vil, tras el asesinato de Trayvon Martin. Trayvon, que significativamente sería contemporáneo del asesino, fue finiquitado un febrero del 2012 tras un altercado con un guardia de palito privado que lo enfrentó por considerarlo de apariencia nebulosa (negro).
El revuelo mediático y la subsiguiente conversación sobre racismo sistémico llevó al asesino a Internet y a explorar la circunstancia de “su raza”. No fue su relación con la gente de color que conocía personalmente lo que le llevó a su radicalismo, dice, ya que con ellos siempre se llevó bien, sino que se radicalizó ante datos históricos, estadísticas y discusiones que encontró en Wikipedia y otras páginas.
Allí descubrió la amenaza a la “raza blanca”. Especialmente, a la raza blanca pobre, la que no tenía dinero para huir, la que era doblemente asesinada a manos oscuras, y extorsionada a manos judías. Allí descubrió que gran parte de sus clases de Historia habían sido falsas: que la historia de la esclavitud, del racismo, y del país, había sido distorsionada, etcétera.
En fin, tenemos que entender que lo del asesino de Charleston no es un radicalismo anacrónico. Es lo contrario: una irrupción de un terror muy contemporáneo, muy de la Web 2.0, muy de Fox News, muy del desmantelamiento del sistema de educación presente.
Un terror forjado en las brasas de las dos crisis del siglo XXI estadounidense: el golpe a la impenetrabilidad nacional que fue el 9/11 y el golpe a la estabilidad económica de la Gran Recesión. Es de estas dos crisis, también, que surgen los dos lados de la moneda que caracterizó la niñez y adolescencia del asesino. Cara: el apoderamiento derechista del Tea Party, y su influencia en la política “mainstream”. Cruz: la presidencia de Barack Obama, y su influencia en las conversaciones sobre raza que han ido entrando a la discusión pública.
Es importante tener todo esto en cuenta. Aunque sea sólo por reconocer los visos de nuestra época.

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