I’m sorry,
poetry wasn’t busy, at all.
Play.
Al recibir la noticia de que su madre había muerto, el protagonista del libro de Yván Silén, La Muerte de Mamá, no puede evitar el golpe de risa que lo sobretoma. No se trata de un estrépito de felicidad, ni mucho menos de karma… se trata del primer disparo a quemarropa del viaje absurdo, surrealista, y completamente insano que es el texto de Silén.
Pausa.
El jueves pasado emprendí la misión de buscar una novela boricua en La Tertulia, ya que estaba terminando de escribir una (no muy buena) y necesitaba referentes, sin darme cuenta lo pocas que son. Aquí hago una aclaración: Estaba buscando novelas más o menos contemporáneas, después del dos mil tres, más allá de las publicadas por Callejón [me refiero a La Inutilidad (de hace varios años y okay), y más recientemente El Killer, El Peor de Mis Amigos], del reguero de e-mails de Luis López Nieves [El Corazón de Voltaire], de las que ha sacado Alfaguara últimamente y las de Mayra Santos-Febres. En resumen: buscaba una novela de la cual no hubiese escuchado mucho, una novela que pudiera pasarse por mi novela.
Encontré tres particularmente interesantes: primero, La muerte de mamá, segundo, Cártago de Mara Negrón y tercero El Archivo Catalina, del director de la Escuela de Comunicación de la UPR, Eliseo Colón. Antes de comprarlas, hice algunas llamadas, ya que el dinero estaba apretado, a ver quién me las podía prestar. El compañero Juan Luis Ramos me ofreció la de Silén, y la Librería de la Universidad, me ofreció la de Colón (del 2002) al deliciosísimo precio de 1 dólar con 15 centavos (están en liquidación).
Pausa.
Pero bueno, Silén:
Play.
Silén es el autor de Los Poemas de Fili-Melé y de La Biografía, nació en el ’44, si mal no recuerdo, es filósofo, poeta y narrador y declaro mi total ignorancia al respecto de su obra y su persona. Apenas había escuchado de él, por lo cual me enfrenté a su texto tabula rasa.
Y fue lo mejor que pude hacer.
Como dije anteriormente, La muerte es un viaje casi edipál, y no sé si alguien me pudiese llevar la contraria. El personaje nos cuenta la historia de su madre, de su santa madre. Una mujer adinerada que le dona dinero al municipio de San Juan, pero que es más protestante que Lútero y que lo sigue hasta a la Universidad. Una mujer loca; una mujer sana; una mujer bella; una mujer reprimida; una mujer dictatorial; una madre padre; una madre-Eva; una madre-Yocasta. Y, consecuentemente, la historia de su madre es su historia; de profesor en el exilio, de profesor en la isla, de estudiante que fuma marihuana en la universidad, de muchachito joven, de muchachito enamorado y de Judith. La bella Judith, muchachita de clase alta de la cuál se enamora el personaje, llamado Ivánoskar. Incluye: conversaciones con caballos, caballos plateados, perros satánicos, y una última cena antropofágica.
La muerte de mamá es una LOCURA.
Pero como todas las locuras, es deliciosa. La forma de escribir, la escritura misma es el experimento. Jamás podemos distinguir si el personaje es el autor, o si el autor se ha convertido en el personaje, pues hace constantes referencias a una La Biografía que está escribiendo (así se llama una obra anterior de Silén), al igual que a otras situaciones que podrían ser paralelas.
No conozco la obra anterior de Silén, por lo cual tal vez cojee de la pata más importante; pero si es todo un juego, y no es necesario conocer lo que vino antes, la novela te hace sentir exitosamente como si tú fueses el loco, por estar jugando parte del ritual, por leerla.
Pausa.
El compañero Juan Luis me preguntó qué pensé de la novela, cuando la terminé, tres días después, y la única respuesta que le pude dar es que era una de las cosas más locas que había leído (y no me refiero loca en un sentido cool y trivial).
Se me hace difícil poder explicar y describir el texto sin recurrir al reguero que acaban de presenciar y tal vez éste es el logro de la obra. Esa imposibilidad de narrarla sin haberla leído. Tal vez la mejor explicación y la más cuerda sería: La muerte de mamá se trata de la muerte de mamá. (¿Qué mamá? La mamá de todos. La mamá de Ivanoskar. La mamá de Yván Silén. Mi madre, tu madre, ¿Qué importa?)
Stop/Eject.
[La muerte de mamá. Yván Silén. Instituto de Cultura Puertorriqueña. 2004. 79 páginas.]
Acabo de terminar de leer La Cresta de Ilión de Cristina Rivera Garza.
Ayer en la noche llegué a casa de mis suegros, en la Montaña, me interné en la biblioteca alejandrina del padre de Novia, encontré un libro de bordes negros que me llamó la atención, y decidí sólo leer la primera oración. Veintitantas horas después, llego a la última, impresionado. Hace tiempo que no leía algo que me dejara tan…tan silente, porque eso es lo que crea la novela: silencio.
No sé si recomendarla por miedo de sonar como publicista; mas, de eso se trata el texto también, del miedo. Miedo a que me digas que me conoces de cuando fui árbol, o que me observes la pelvis y me digas que soy mujer.
El arte no es magia; para nada comparte la misma raíz que el conejo que se crea del vacío del sombrero. El artista no es un mago, el artista es el ingeniero de robots que crea, luego de treinta años, el módulo perfecto de inteligencia artificial, y luego, en la noche, antes de presentarlo ante la junta de síndicos de su empresa, quema los papeles, quema los diarios y libretas de anotaciones que tanto protegió por años, para poder decir, frente al micrófono, que la idea se le ocurrió en la noche, mientras soñaba y bebía café, despreocupado.
El artista siempre plagia; el artista siempre observa con envidia. El artista es Narciso frente a su reflejo. El artista se mata creando su Obra Cumbre pero da a entender que la Obra Cumbre lo mató a él.
El artista no te dice que se inspiró de Mengano, no, el artista se lo dedica a Fulano, dice que sus influencias son Zutano, y cuando le preguntan si cree que hay alguna relación entre su obra y la de Megano, dice que no, que jamás había escuchado de él.
El arte es el engaño mejor vendido. El arte es el secreto mejor guardado por la raza humana. El arte no existe. La Potencia a Arte es criada en jaula, y acomodada en lo pequeño de un sombrero, para que, frente al público, parezca aparecer de la nada.
El artista no se inspira, el artista trabaja.
El artista no sueña con ganar el nobel, el artista sabe que lo ganará.
La grandeza y la humildad no se criaron juntas y al conocerse se dan las espaldas.
El mundo se compone de falsas modestias y de grandes piezas de arte avant-garde que no son nada más que experimentos a larga duración. El arte no es místico. El arte no impresiona. El arte es renombre y publicidad. El ojo artístico es un sabor adquirido. El arte pesa. El arte se arrastra.
El arte y dios comparten la misma raíz nula, el arte y dios son sinónimos, arte=dios.
El artista nace ateo.
La Potencia a Arte tiene que ver a través del ventrílocuo antes de poder utilizar su propia marioneta.
El arte; cito a Mayra Santos en su clase: "escribir es rescribir, puñeta, escribir es rescribir".
El arte jamás escoge su obra favorita: Cervantes, cuando le preguntaron acerca de su obra, dijo que el Quijote para nada era su favorito. Que era un aborto, un fracaso. Y su modestia se volvió inmortal. Cervantes es un genio artista porque creó una obra sin saber lo que hacía. En las noches, Cervantes miraba su libro publicado y sonreía. Las batallas que sobrevivió habían valido la pena. El arte es ese engaño.
El arte es pariente de Ouroborous. El artista tiene que mentir para inmortalizarse: Borges no sólo tuvo una experiencia mística, sino que, según él, tuvo dos. Borges escribió "Arte Poética" explicando que el arte "tiene que ser como ese espejo, que nos revela nuestra propia cara" por que si alguien conocía lo que era el arte, fue ese argentino. Borges leyó todo. Borges vivió en su biblioteca. Dominó la poesía y le llamaron poeta. Dominó la prosa, y le llamaron cuentista. Dominó la mística, y lo coronaron místico. Borges conocía el poder de su propia mortalidad y lo utilizó para inmortalizarse. Eso es arte. Le tomó toda su vida terminar su mejor cuento: un mito aún más poderoso que cualquier ruina circular: Borges, el Genio.
El Arte es Atlas cargando el gran peñón. El arte es tener una meta y hacer todo lo posible para lograrla. El arte se sacrifica y sacrifica a otros, porque si no lo hace, no es arte.
Al arte la palabra le queda muy grande. Al artista, su sustantivo le guinda.
Es todo una ficción, una horrible y fatídica ficción.
Lo que intento decir es que el arte no existe pero, coño, que rico sabe.