lunes, octubre 24, 2011

1655 n. decatur



De seguro alguien dijo algo importante en esta casa alguna vez. Es lo suficientemente vieja como para traficar historias en lo venoso de sus maderas, en las ventanas selladas por años y años de pintura indiscriminada, en sus pasillos alfombrados a la fuerza y sus habitaciones transformadas en oficinas vacías. No sé si fue la universidad que la compró, o si una anciana terrateniente, azorada por la nostalgia, la donó en un testamento mecanografiado. 

Sólo una ventana abre, y la abro aunque haga frío, para dejar escapar la brisa vieja que quién-sabe-cuánto tiempo lleva encerrada, como una inhalación que una vez concebida es detenida por alguna fuerza que busca congelar su potencialidad.
A las afueras de la oficinita en la que escribo esto, en la que me siento todas las mañanas a hacer nada, en lo que dan las horas de irme a dar clases, hay como una pequeña salita con muebles incómodos que tienen un llanto como de vaho, y que sostienen un cuadro de una reproducción de Dalí que parece que alguien alguna vez quiso colgar y dejó ahí.
La oficina está remodelada, dicen. Un escritorio nuevo en forma de ele y unas sillas extremadamente cómodas. En las paredes hay dos pizarras, una de corcho, y la otra de marcadores. En ambas un proyecto como abortado, o quizás en estado de suspensión animada, como la inhalación.

Comencé a leer La Vorágine acá adentro y me pareció algo tan atroz que lo detuve. Me pregunto si hay lugares que exigen tipos específicos de lecturas. Si fuera así, supongo que este lugar exige una poesía como la inhalación ajolote que dejo escapar empujando la ventana de madera. Una poesía que prometa pero no cumpla, pero que no por eso sea insatisfactoria. O una poesía que se encaje en el momento de pasar de in- a ex-.

Van dando las nueve y quince. Ahora a caminar a la clase.

Nos vemos orita, bye.  

1 comentario:

César Maraver Marrero PR dijo...

Saludos desde PR. Lei su columna en el nuevo dia... y decidí conocerle mejor...
Mucho Gusto. Exito
Cesar Maraver