La vida íntima del escritor ausente, reseña de A veces llegan cartas: Epistolario de José Luis González.
Hoy en las noticias, Crítica de Libros, Radio Universidad de Puerto Rico (19 de mayo del 2014)
Sergio Gutiérrez Negrón
(Audio al fondo)
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A veces llegan cartas, el epistolario entre el escritor puertorriqueño José Luis González y su amiga y editora Carmen Rivera Izcoa, nos transporta a una época de comunicaciones dilatadas que a generaciones más jóvenes nos puede parecer lejana, a pesar de su cercanía. Escritas entre febrero de 1976 y julio del 87, las treinta y tres cartas que componen el pequeño volumen nos adentran en la vida íntima de uno de nuestros narradores más importantes, entonces radicado en México. Desde las cartas, observamos al escritor intentando mantener ese difícil balance entre la ausencia física y la presencia literaria que es motivo de ansiedad para cualquier artista que busca permanecer relevante en su país de origen. A la vez, las cartas nos ofrecen un retrato mínimo e inédito del mundo literario puertorriqueño de la época, y de la gargantea tarea de la editora de Ediciones Huracán y entonces dueña de la librería La Tertulia, Carmen Rivera Izcoa.
José Luis González vivió entre 1926 y 1997 y fue reconocido principalmente como autor de más de medio centenar de cuentos, entre los cuales encontramos clásicos como "La carta" y "En el fondo del caño hay un negrito", aunque también fue avalado por su ensayística, especialmente el libro "El país de los cuatro pisos", que generó todo tipo de discusiones en su momento. En 1953, González se estableció en la Ciudad de México, donde permanecería por el resto de sus días y donde renunciaría a su ciudadanía americana para adoptar la mexicana. Desde allí, el autor, marxista irredento, produjo la última y más exitosa mitad de su obra literaria.
Fue en una visita a la isla entre 1973 y 1974 que el autor conoció a su interlocutora en estas cartas, Carmen Rivera Izcoa, quien poco después emprendió uno de los proyectos culturales más importantes de la época, Ediciones Huracán, en el que González participó activamente, y donde publicó gran parte de su obra.
Casi como si viniera a cerrar un ciclo importante en la propia vida del editorial, A veces llegan cartas puede leerse como la historia personal de Ediciones Huracán. De modo que también se lee como una historia personal de la literatura y cultura puertorriqueña de la época. Por entre sus páginas, proliferan reconocidos pintores, críticos, y escritores de los años setentas y ochentas, se reviven viejos chismes, se airean malos negocios, se comentan históricos debates. Carta tras carta, el libro nos lleva tras las bambalinas y nos hace ver que detrás del velo misterioso de la vida cultural de cualquier época, siempre hay negocios y conflictos y costumbres, pero más importante que todo eso, siempre hay gentes y pasiones.
Para hoy en las noticias en Crítica de Libros, Sergio Gutiérrez Negrón
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