viernes, febrero 28, 2014

poca hidalguía, decía josé revueltas sobre el cid, hecho hispanista.

Poca hidalguía y poca generosidad hay en el más hidalgo y más caballero de los españoles de todos los tiempos. No puede vender a los moros ni moras, y con el 'descabezarlos' nada ganará. La solución--acaso más fenicia que españoles, o por española fenicia--, resulta la más práctica: se servirá de ellos y posará en sus casas. Como se ve, no hay mucha poesía que digamos en la actitud heroica del Cid.


José Revueltas, de repente hecho hispanista, "Posibilidades y limitaciones del mexicano", Filosofía y Letras: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras 40. 1950. (Revueltas parafrasea a Karl Vossler, en realidad, porque España se ve mejor desde Alemania, parece.)

miércoles, febrero 26, 2014

¡conspiración!, una columna

Esta columna fue publicada en el miércoles, 26 de febrero del 2014 en El nuevo día.
La foto salió de internet, no tengo idea de quién es.
¡Conspiración!

Las situaciones de Venezuela y Ucrania han poblado las redes, otra vez, con teorías de conspiración. Desde distintos extremos del espectro político y con distintas comprensiones de a quién se refieren cuando hablan del imperio o del fascismo, ambas crisis políticas han sido interpretadas como secuelas tanto del intruso imperialista como del totalitario. 

La pulsión conspiratoria en las redes no es nueva, por supuesto. Parecería que la era de la información está caracterizada por la muy acertada impresión de que las cosas no son lo que parecen, y que siempre queda más información por procesar sobre (¿bajo?) la mesa. La experiencia contemporánea comienza a hacerse indistinguible de la experiencia conspiratoria, esa otra hija apócrifa de la Ilustración.

A pesar de la incómoda mueca de quien escucha al vecino auspiciar alguna opinión desgreñada, hay que valorar lo conspiratorio. Aun en su paranoia, el pensamiento conspiratorio está espoleado por la necesidad de conocer y descubrir una verdad que, se sospecha, ha sido ocultada. Con los años, la historia ha venido a darle la razón a aquellos paranoicos que, durante aquella larga Guerra Fría, insistieron en que el poder se movía por avenidas veladas, que los medios se atenían a una conveniente mordaza.

En el caso de Venezuela, las miradas conspiratorias reducen la crisis actual a la intromisión estadounidense, a la mano invisible de ese “buen vecino” que lleva décadas tomando los limones de los patios colindantes. No me extrañaría que estén en lo correcto, especialmente cuando consideramos que la derecha venezolana tiene un largo historial de preocuparse sólo por el bienestar de sus patios, a la vez que regala los ajenos. Pero, a pesar del beneficio de la duda sistemática que ofrece el pensamiento conspiratorio, su gran falta se halla en su excesiva racionalidad, en su tendencia en ver al enemigo como un agente omnipresente, libre del peso de mecanismos históricos. 

El pecado del pensamiento conspiratorio se halla en su insistencia en explicarlo todo, en esa gran simplificación que borra toda ambigüedad y matiz. Que reduce y elimina el centenar de voluntades que conforman una multitud sólo para constatar la capacidad perseverante de un único genio malvado, padre de las crisis por doquier.

lunes, febrero 24, 2014

qué se sienta rodeado de millares de tormentos invisibles, decía frederick douglas sobre los usos de la conspiración


I have never approved of the very public manner in which some of our western friends have conducted what they call the underground railroad, but which I think, by their open declarations, has been made most emphatically the upperground railroad. I honor those good men and women for their noble daring, and applaud them for willingly subjecting themselves to bloody persecution, by openly avowing their participation in the escape of slaves. I, however, can see very little good resulting from such a course, either to themselves or the slaves escaping; while, upon the other hand, I see and feel assured that those open declarations are a positive evil to the slaves remaining, who are seeking to escape. They do nothing towards enlightening the slave, whilst they do much towards enlightening the master. They stimulate him to greater watchfulness, and enhance his power to capture his slave. We owe something to the slave south of the line as well as to those north of it; and in aiding the latter on their way to freedom, we should be careful to do nothing which would be likely to hinder the former from escaping from slavery. I would keep the merciless slaveholder profoundly ignorant of the means of flight adopted by the slave. I would leave him to imagine himself surrounded by myriads of invisible tormentors, ever ready to snatch from his infernal grasp his trembling prey. Let him be left to feel his way in the dark; let darkness commensurate with his crime hover over him; and let him feel that at every step he takes, in pursuit of the flying bondman, he is running the frightful risk of having his hot brains dashed out by an invisible agency. Let us render the tyrant no aid; let us not hold the light by which he can trace the footprints of our flying brother. 
The Narrative of the Life of Frederick Douglas, an American Slave, de Frederick Douglas 

miércoles, febrero 12, 2014

la noche también existía para la lechuza (y no sólo para los poetas), escribía salvador novo

Me deposité en una mecedora de lona, mientras cerraba la noche. Una luna pequeña como una herida naufragaba en el fondo de la jabonadura trashumante de nubes transparentes y leves. Entre las ramas altas de los cedros se colgaba un lucero. El piar de los pájaros fue apagándose poco a poco, cesaron sus persecuciones. Ahora se hallarían en sus nidos, por parejas domésticas.

Era la situación perfecta para que un poeta decidiera inspirarse y componer versos. Ahí estaban todos los ingredientes de la creación artística: la soledad, la noche, su perfume, la luna, las nubes, los árboles, el silencio. Con menos que eso, en otros tiempos, yo era capaz de hacer versos. A veces pienso que me compadezco demasiado. Otras, comprendo, a mi pesar, que he pasado una buena parte de mi vina en disponer el escenario perfecto para que ocurra un drama que carece, en fin de cuentas, de personajes. Exactamente como una señora que eligiera con estricto cuidado el sanatorio insuperable para dar a luz, el mejor médico, la cama más adecuada; y que cumplidos los nueve meses de su esperanza previsora, descubriera que aquello que abultaba sus ropas no era más que un cochino tumor.

De pronto, un aletear sordo y un graznido desagradable me sacaron de mis meditaciones. Era una lechuza. Volaba sola, como extraviada, de un árbol a otro. Buscaría destruir a otros pájaros, indefensos, felices, domésticos.

Y sin embargo, la noche también existía para la lechuza.

Salvador Novo. Jueves, 27 de agosto del 1944, en La vida en México en el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho.

Los únicos hombres a los que la filosofía no parece enseñarle nada, decía Portilla

"Los únicos hombres a los que la filosofía no parece enseñarles nada son ciertos profesores de filosofía."


Jorge Portilla era, entre otras cosas, un buscabuya. (Columna en el diario Excélsior, 18 de enero de 1959).

martes, febrero 11, 2014

hay muchos luchadores nuevos, como las calles nuevas, decía salvador novo

Mientras admiraba la obra restauradora del maestro y de sus hijos, un mocetón enorme vino a abrazarme. Era Joaquín Murrieta, el luchador, mi ahijado de matrimonio. Charlamos un momento. Ya él no lucha, sino que maneja un camión de refrescos. Yo no he vuelto a las luchas. Es decir, sí, fui hace poco, pero ya no me gustaron nada. Me aburrieron. Hay muchos luchadores nuevos, muy jovencitos, desconocidos, producidos, como las calles nuevas, coomo las colonias flamantes, en este año y medio que ha bastado para que ya esta ciudad no sea mía, o para que yo ya no pertenezca a esta ciudad.Escribió Salvador Novo como si la lucha libre fuera la ciudad, o fuera una extensión de la misma, en su Diario (impreso en el periódico), un 4 de septiembre de 1943. Se encuentra en el primer volumen de La vida en México en el período presidencial de Manuel Ávila Camacho (1965)

martes, febrero 04, 2014

el principio del uso, que es el final del paganismo y la magia, dixit baudrillard



The separation from Nature under the sign of the principle of production is fully realized by the capitalist system of political economy, but obviously it does not emerge with political economy. The separation is rooted in the great Judaeo-Christian dissociation of the soul and Nature. God created man in his image and created Nature for man’s use. The soul is the spiritual hinge by which man is God’s image and is radically distinguished from the rest of Nature (and from his own body): ‘Uniquely in its Western form, Christianity is the most anthropocentric religion the world has ever known. In absolute contrast to  ancient paganism and oriental religions, Christianity not only institutes a dualism of Man and Nature but also affirms that God’s will is that man exploit Nature according to his own ends.’

Rationality begins here. It is the end of paganism, animism and the ‘magical’ immersion of man in nature, all of which is reinterpreted as superstition. (‘Rational’ Marxism makes the same error by reinterpreting it in terms of the ‘rudimentary’ development of productive forces.) Hence although science, technology, and material production subsequently enter into contradiction with the cultural order and dogmas of Christianity, nonetheless their condition of possibility remains the Christian postulate of man’s transcendence of nature. This is why a scientific movement does not emerge in Greece. Greek rationality remains based on a conformity with nature radically distinguished from the Christian rationality and ‘freedom’ based on the separation of man and nature and on the domination of nature.

This separation immediately establishes not a work ethic (of material domination and production) but an ethic of asceticism, suffering, and self-mortification: an ‘other-worldly’ ethic of sublimation, in Max Weber’s expression. Not a productive morality but a fixed order is outlined, in which well-being is to be ‘earned.’ And this is an individualist enterprise. The passage from the ascetic to the productive mode, from mortification to labor, and from the finality of welfare to the secularized finality of needs (with the Puritan transition at the origin of capitalism where work and rational calculation still have an ascetic, intra-worldly character and an orientation toward well-being) changes nothing in the principle of separation and sublimation, repression and operational violence. Well-being and labor are both well within the realm of ends and means. From ascetic practices to productive practices (and from the latter to consumer practices) there is thus desublimation; but the desublimation is only a metamorphosis of repressive sublimation. The ethical dimension is secularized under the sign of the material domination of nature.

Christianity is thus on the hinge of a rupture of symbolic exchanges. The ideological form most appropriate to sustain the intensive rational exploitation of nature takes form within Christianity during a long transition: from the 13-14th century when work begins to be imposed as value, up to the 16th century when work is organized around its rational and continuous scheme of value—the capitalist productive enterprise and the system of political economy, that secular generalization of the Christian axiom about nature. But this revolution of the rational calculus of production which Weber noted is not the beginning; it is prefigured in the Christian rupture. Political economy is only a kind of actualization of this break.

Jean Baudrillard, The Mirror of Production (1973 en francés, '75 en inglés)