Esta columna salió publicada en el miércoles, 25 de junio del 2014 en El Nuevo Día.
miércoles, junio 25, 2014
viernes, junio 20, 2014
Angst, Wéilsong, y otros nombres para Rubén Ramos: reseña de "Angst" y "Wéilsong".
Arte de Cristian Guzmán Cardona, quien ilustra 'Wéilsong'. |
Angst, Wéilsong, y otros
nombres para Rubén Ramos: reseña de "Angst"
y "Wéilsong".
Hoy en las noticias, Crítica de Libros, Radio Universidad de Puerto Rico (2 de junio del 2014)
Sergio Gutiérrez Negrón
Desde su primer
poemario titulado Angst, hasta su obra
más reciente Wéilsong, Rubén Ramos se
ha caracterizado por ser un poeta de los tonos grises. Junto a otros poetas de
la pasada década, como Mara Pastor, Nicole Cecilia Delgado y Xavier Valcárcel,
Ramos ha apostado por esculcar muy de cerca los tiempos en los que vivimos,
adentrándose y explorando la vida después de las utopías, sin por ello rendirse
a los trillados ámbitos del pesimismo o al traspié de la nostalgia.
Su primer libro,
que lleva como titulo la palabra alemana para la angustia, "Angst",
es un libro sobre el juego en una época de ruinas. Sobre un juego de
"escondite" en el que el niño que se esconde no se ha dado cuenta que
ya nadie lo busca, o que se escondió tan bien que se ha perdido. Los 113 poemas
que lo componen son breves cantos de una alegría agridulce, de una persona que
decide continuar a pesar de las
circunstancias. En uno de sus poemas más emblemáticos, Ramos escribe, en
forma de sentencia: “Huir no libera cuando naces donde no hay jaulas / Visitar
el zoológico con empatía no me hace bestia / Me gusta ladrar, como el perro que
persiguiendo gatos insiste hasta donde permite su cadena”. En este sentido, la
poética de Ramos niega la celebración optimista, pero del mismo modo niega
hallar en estas épocas de carencia y austeridad el fracaso. La táctica de Ramos
es distinta: ocupa las ruinas de las promesas rotas, e insiste en hallar allí
su solaz, no para construir sobre ellas, sino para enunciar desde su regazo.
Esta es la
táctica que vemos en su más reciente libro, que lleva como título la misteriosa
palabra "Wéilsong", publicado con esmero por Atarraya Cartonera, y
disponible, al igual que el anterior, en las librerías del país.
Ante la pregunta
de ¿qué es Wéilsong?, podemos responder: un nombre. Pero, ante la pregunta de ¿qué
nombra? La respuesta se hace más difícil. Como un Altazor puertorriqueño, Wéilsong
es el nombre de lo posible, una palabra que, como ese poema de César Vallejo, da
paso a su propio mito. A diferencia del Altazor, sin embargo, que se descompone
mientras progresa el poema, Wéilsong no va en picada. Todo lo contrario. La
palabra que le da nombre a este extenso poema es siempre ascendente. Es decir, Wéilsong al
fin y al cabo nombra una figura muy para esta época, una figura que lleva un
paso más allá la apuesta que el poeta comenzó en "Angst". Para Rubén
Ramos, Wéilsong es el nombre de la posibilidad de lluvia en un mundo en sequía.
O, dicho de distinto modo, Wéilsong es también otro nombre para la esperanza.
Para Hoy en las
Noticias, en Crítica de Libros, Sergio Gutiérrez Negrón
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miércoles, junio 18, 2014
el animal desempleado, dixit Agamben
viernes, junio 13, 2014
jorge portilla y la esperanza tecnofuturista
Entre paréntesis: esta universalidad de la ciencia y la técnica es, por decirlo así, tan poderosa, contribuye tan fuertemente al advenimiento de la unidad de la humanidad, que escapa a la garra de la guerra fría. Esto es de una importancia superlativa. El único terreno de competencia humana, de competencia civilizada, no bélica, entre el bloque socialista y el capitalista es el terreno de la ciencia y de la técnica. En el que ambos contendientes no tienen más remedio que quitarse el sombrero, hacer un gesto cortés, humano, civilizado, ante los triunfos del otro, escribió Jorge Portilla en octubre del sesenta y dos.
martes, junio 10, 2014
el problema es el pacto, dice sada
En general no me gusta hacer frases redondas. Quiero que quede un sesgo de duda o de sospecha. Es una técnica que descubrí al leer la literatura del siglo XVI, luego la picaresca española, los romances. No completar, dejar deliberadamente trunca la frase; por eso uso tan seguido los dos puntos. Es una figura retórica que se llama aposiopesis. No es muy usada porque se demanda comprensión: sujeto, verbo y complemento. Hay mucha conciencia en lo que escribo. A veces los lectores se complican, pero quien acepta mis convenciones se va de corrido. El problema es hacer ese pacto.
dijo Sada en una entrevista.
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