sábado, marzo 31, 2012

to steal him in defiance of every law, every moral authority, dixit Duras

The tears wake her. She looks at you. She looks at the room. And again at you. She strokes your hand. Asks: Why are you crying? You say it’s for her to say, she’s the one who ought to know.


She answers softly, gently: Because you don’t love. You say that’s it.

She asks you to say it clearly. You say: I don’t love.

She says: Never

You say: Never.

She says: The wish to be about to kill a lover, to keep him for yourself, yourself alone, to take him, steal him in defiance of every law, every moral authority—you don’t know what that is, you’ve never experienced it?

You say: Never.

She looks at you, repeats: A dead man’s a strange thing.

"The malady of death" (1982),  Marguerite Duras

martes, marzo 27, 2012

buensoñar, una columna

Esta es columna aparecerá el próximo miércoles, 28 de marzo, en el Buscapié de El Nuevo Día. La cuelgo aquí.


Buensoñar


Anoche soñé con Fortuño. Estábamos acampando juntos en una playa de Culebra. Él tenía su propia caseta. Bastante grande, bastante azul. La mía era anaranjada y más pequeña. Desperté dentro del sueño porque olía rico. Salí de mi aposento, y me encontré al Gobe cocinando sobre una estufita. Estaba descamisado, su espalda musculosa oscureciéndose bajo el sol. Me ofreció café, me dijo que el desayuno estaría pronto, y siguió absorto en sus labores. “Caramba, que buen tipo. Quién lo diría”, pensé.
Decidí ir al agua para quitarme la arena que había acumulado en las coyunturas.  ¿Qué hacía Fortuño aquí?, me pregunté, aún en el sueño. ¿Cuándo nos hicimos amigos? Ni tan siquiera voté por él, me dije. La idea me asustó. ¿Lo sabría? Quizás estaba confundido, pensé. Quizás estaba aquí bajo la falsa impresión de que yo había marcado una X bajo su nombre, y a fuerza de todas las reglas de la democracia habíamos entrado en una relación de identidad política. Quizás estaba bajo la falsa impresión de que me representaba, que él era yo en cuanto a que actuaba por mí y mis derechos. Su posible confusión me enterneció. Me pareció honesto de su parte. Nadie había hecho esto por mí antes. ¿Era así que se sentía la verdadera democracia representativa, tan parecida a un primer beso? 
Volví a donde esperaba y Fortuño me dijo que me sentara con él a comer. Ocupé su lado, hombro a hombro, un plato con arepas colombianas y huevo frito en nuestras faldas. Mirábamos, en silencio, el despliegue de arena caliente que se estiraba frente a nosotros y que luego se sumergía bajo las olas, y se hacía invisible, pero no por eso menos arena. Le agradecí. Él me dijo que para eso estaba.
Luego desperté, sintiéndome como que la democracia venidera se acercaba.  Me preparé mi propio café, mis propias arepas colombianas. Palpé mi pecho, a ver si sentía el hilo que me unía a mis representantes. Por un segundo lo sentí, y me quise quedar ahí, tan lejos de los periódicos, de los telenoticieros, del desencanto que trae la distinción entre sueño y realidad. 


domingo, marzo 25, 2012

el amargo nombre, tres traducciones de c.k williams


C.K Williams es un poeta violento, pero es un poeta tierno, también. Es una sensibilidad extraña, este tipo de Nueva Jersey. Logra escribir con lo suave que tienen los hombres en el pecho, sin necesidad de remover los pedazos que se han endurecido, que comienzan a hincar. También logra escribir con todo el odio que causa estar sintonizado con su tiempo: su poesía nunca deja de ser política, aun cuando se trata de amantes, o cuando se trata de entrar en esa ecuación a la que le llaman conmiseración. Para mí es uno de esos ejemplos de que la poesía "social", o la poesía "política" no es ajena a la poesía "personal", o del "yo. 

Estos tres poemas que traduzco aquí vienen de su colección I Am the Bitter Name, del 1972. Es su segundo poemario, y marca a un Williams joven y con un asco terrible para la trayectoria bélica de su país. 

A pesar de ser completamente distinto a Oliverio Girondo, me parece que sus obras comparten una cualidad que es díficil pensar como otra cosa que progresiva, en cuanto a que leídas en su totalidad, parecen narrar una línea de fuga siempre consciente de la dirección hacia la cual se fugan. En otras palabras, el Williams de Lies, su primer poemario, ya anticipaba al Williams de Wait, su último poemario hasta la fecha, y aun de las traducciones de Adam Zagajewski que ha hecho. 

Aquí unas traducciones relámpago de sus poemas I Am the BitterName, Innings, y Traerlo a casa, del mismo libro. 
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Yo Soy el Amargo Nombre

Y Abraham le dijo, “¿Y sois, por supuesto,
él a quien llaman Muerte?”
Él respondió, y dijo, “Yo soy el Amargo Nombre”.

los pequeños niños han estado peleando
un tiempo largo largo por su país amado
sus rostros se están endureciendo como la carne
dejados afuera sus cuerpos aplastados completamente
como flores en libros de leyes no caben
con las llaves de la pena eterna ya no más
¿será el mejor juguete siempre la muerte? todo el mundo
llorando en el pelo adormecido inagotable                             
agonía en las tazas oscuras del cráneo
insaciable agonía tus manos chillan
en mi columna vertebral como frenos trancados en
las fosas nasales quebradas tentáculos en la boca
viñas los pequeños soldados juegan
hiriendo los pequeños generales juegan dolor
para siempre afilan cositas ellos ponen
cositas en cositas y las halan fuerte
¿me harías la libertad a mí? en
el pómulo fuego en los labios mi
justicia es olvidar estar aquí mi libertad
es querer odiarlos cómo los envían
a casa en bolsas de helado y son capaces de



Entradas



alguien está pendiente de cuantas veces
yo hago el amor ¿no es así dios no es así?
y de cuan bueno es   diciéndome
está anotado donde yo no lo puedo ver
justo debajo de mí así que la próxima vez
que algo irreal suceda en los periódicos
no lo entiendo no me toca
a mí yo comienzo a pensar
que el corazón de todo el mundo puede ser puro
después de todo porque qué demonios
ellos no me matan a mí sólo entre sí
ellos no intentan realmente hacerme triste
sólo hacen cosas hacen que cosas pasen
sufrir cosas yo estallo
hacia lo femenino como un león ¿no es
así dios? ¿entre palomas? ¿así que aun estar conmigo
es como la belleza? me muevo debajo de este dios
como una puta yo gorgoteo yo ruedo
como un bote de juguetes ¿cuál es la puntuación
ahora dios? ¿estoy ganando?


Traerlo a casa

un cuarto al otro extremo de américa
y la niña en el cuarto con el plástico aplastándole las tetitas
comienzan a colgar ay dios
ella piensa se me van ay dios ay dios
yo haría cualquier cosa por ayudarla
yo tomaría todo su dolor secreto y me lo embestiría si ella me lo permitiese
mi mejor amorcito
es tu alma derritiéndolo
es el fuego en ti

yo recuerdo el fuego
en todo el mundo
niños frotando dos palos juntos tan orgullosos de sí mismos
casas incendiándose en combustión espontánea o alguien usando
                su encendedor
y la niña encerrada en la parte de atrás aun tocándose su cuerpo asustado
(tu también mi mejor amorcito)
y calderas hombres con sudor picado desde ellos
rostros cocinados, asados, ahumados mientras hacen cosas para nosotros

y en américa
en sus tetitas los dos fuegos
como dioses los dos fuegos sin llamas
y su voz esta llama naciendo saliendo desde mi garganta
que dice JÓDETE NO ME IMPORTA
que dice POR EL CULO A USTEDES TAMBIÉN MARICONES EXTRAÑOS
mi mejor amorcito mi mejor amorcito


sábado, marzo 24, 2012

¿Qué tiene el desastre? ¿Qué tiene el desastre que posibilita tanto? ¿Será su cualidad de interrupción, de emergencia siniestra, de disparo del vacío? ¿Por qué es en el desastre--el asesinato de un muchacho de quince años, la catástrofe natural, la devastación xenofóbica--que encontramos el surgimiento de la comunidad, o la posibilidad de lo político? 

miércoles, marzo 14, 2012


Ese viejo placer riopedrense de caminar en semiembriaguez a las dos a.m, traducido a otro espacio, otro idioma, otro contexto y un frío hijo de puta, pero embaucando el mismo silencio, llegando al mismo ajeno lugar.

miércoles, marzo 07, 2012

lo que está más allá, dice garcía ponce


No quiere contar una historia, casi no le interesa, mejor dicho no le interesa la literatura, aunque necesite de su belleza. Lo que le obsesiona, como a su protagonista, es lo otro, lo que está más allá. Por eso podemos desgajar la anécdota sin tocar la historia propiamente dicha. Su sentido está en otro lado. Ese lado es el que tenemos que aprender a buscar, arriesgando nuestra inocencia de lectores, nuestra virginidad. 

Eduardo hablando sobre Robert Musil, en El libro, de Juan García Ponce