martes, mayo 29, 2018

la hipnótica materialidad del día a día, decía roth

Llevo, desde la semana pasada, leyendo el último volumen de las obras completas de Phillip Roth, Collected Nonfiction, 1960-2013. Lo he estado leyendo casi como una forma de entrarle al verano que comienza, a alternar modos de estar, pasar de la intensidad del semestre académico a los largos silencios de los veranos del medio oeste. Lo he estado haciendo, además, porque mi esposa está de viaje todo el mes y se me ha olvidado cómo estar solo. En fin, todo esto es un prólogo para otra cita de Roth, del ensayo "The Ruthless Intimacy of Fiction", el cual realmente es una ponencia que dio en alguna actividad en Newark y que pueden encontrar en los últimos 40 minutos de este video. En fin, la cita es un tipo de ars poetica, un pequeñísimo prospectus de la prosa que se dice realista.

Foto de la entrevista que le hizo el NYTimes a Roth el año pasado.

This passion for specificity, for the hypnotic materiality of the world one is in is all but at the heart of the task to which every American novelist has been enjoined since Herman Melville and his whale and Mark Twain and his river: to discover the most arresting, evocative verbal depiction for every last American thing. Without strong representation of the thing—animate or inanimate—without the crucial representation of what is real, there is nothing. Its concreteness, its unabashed focus on all the mundanities, a fervor for the singular and a profound fidelity to the blizzard of specific data that is a personal life, its physicalness, that the realistic novel, the insatiable realistic novel with its multitude of realities, derives its ruthless intimacy. And its mission: to portray humanity in its particularity”

miércoles, mayo 23, 2018

¿es esto lo que escribir ha hecho conmigo? , algunas palabras sobre phillip roth el día después de su muerte

La Revista Arcadia invitó a varios escritores y lectores a decir algunas palabras sobre Phillip Roth, entre ellos dije una que otra cosita.


Al igual que cuando murió Leonard Cohen, cuando me enteré de la muerte de Philip Roth anoche quise escribir algo que pudiera expresar esa extraña pena que le pega a uno cuando muere uno de sus héroes, especialmente esos héroes que el tiempo ha mostrado profundamente imperfectos. Como en aquella otra ocasión, todo lo que me salió fue pura cursilería –“sendo lloripari”, como se diría en Puerto Rico–, y me puse a leer las notas que he tomado de sus libros a través de los años. Me tropecé con una escena de la novela de 1983, The Anatomy Lesson, que me pareció apropiada. En esta, Zuckerman, el alter ego de Roth, todavía está viviendo las secuelas de haber publicado un libro muy libidinoso, parecido al Portnoy’s Complaint que hizo a Roth mismo famosísimo en los años setenta, y no puede sino escribir sobre haber escrito ese libro. En algún momento de la trama –spoiler alert–, su madre muere y Zuckerman, mientras pone sus cosas en orden, siente que le pega un golpe de pena. Aunque no quiere hacer otra cosa que no sea explotar en llanto, se pregunta si realmente está en luto. Es decir, Zuckerman, en un repentino momento de distanciamiento, se pregunta si realmente está sufriendo o si el dolor está actuando, obligándole a sufrir como se supone que lo hacen los hijos recién huérfanos. El narrador se interrumpe, entonces, y se pregunta: “¿Es esto lo que escribir ha hecho conmigo? Tanta introspección, tanto explotar mis propios recursos, y ahora ni siquiera se me permite aceptar, sin más, la conmoción por la muerte de mi madre. Ni siquiera cuando lloro puedo estar seguro de lo que hay”.
En esta pregunta, creo, se captura el gran tema de Roth. Si es cierto que los dos ejes de su obra fueron el deseo masculino y, en sus últimas décadas, la historia estadounidensetal como la vivió su generación, el hilo que recorrió todo lo que escribió, ya fuera explícitamente o no, fue la tensa relación entre escritura y experiencia, esa mala costumbre de estar presente y no estarlo, al mismo tiempo. Su obra nos queda, por lo tanto, como un testimonio de una vida y su escritura.

la historia que inventas y te inventa a ti, dijo roth

No, one’s story isn’t a skin to be shed— it’s inescapable, one’s body and blood. You go on pumping it out till you die, the story veined with the themes of your life, the ever-recurring story that’s at once your invention and the invention of you.--escribió Phillip Roth, muerto ayer, en The Prague Orgy (1985). 

martes, mayo 01, 2018

El interruptor 36210, una columna

Esta columna apareció el martes, 1 de mayo del 2018, en El nuevo día.

Central de Palo Seco

El interruptor 36210

Hace unas semanas se le fue la luz otra vez a un amigo. Me escribió poco después para disculparse por haberse ausentado a una reunión que tendríamos por videoconferencia. Cuando hablamos, me explicó, de manera casual, que la interrupción en el servicio se debió a la activación de un mecanismo de seguridad que tumbó la central de Palo Seco para protegerla de una avería y explosión que ocurrió minutos antes en el interruptor 36210 de Monacillo, lo que pudo haber echado a perder todo el sistema.
Mi amigo lo había leído online. Le comenté que me sorprendía que la información sugiera tan natural y nos reímos. Me confesó que no sabía por qué sentía la necesidad, después del huracán, de averiguar ahora qué falla causó qué. No era que pudiera hacer algo al respecto, pero de repente le parecía importante saber.
Después de casi cinco meses de estar sin luz y tras su repentino regreso en enero, el sistema eléctrico había adquirido una materialidad que nunca antes había considerado. Me dijo que cada vez que prendía un interruptor se imaginaba una de esas escenas de las películas en las que se viaja a alta velocidad por una serie de tubos y nervios. Era casi como si pudiera ver toda la infraestructura sobre la que dependía su vida —y más él que trabaja desde su casa. No sólo visualizaba la infraestructura, sino además que sentía (y temía) su fragilidad.
Poder identificar el origen del problema —el interruptor 36210, en el caso anterior—, le hacía sentir despierto. Como si al tener claro el diagnóstico, pudiera estar un poco más en control de los remedios.
Esta consciencia infraestructural, uno de los legados materiales más claros de María, insinúa un potencial social y político prometedor. Quizás su generalización haga posible comenzar a llamar al pan, pan, y al vino, vino. Quizás entonces podamos ver la necesidad de salir a la calle este primero de mayo.