viernes, enero 18, 2019

preciosos perdedores




Ediciones Alayubia anunció ayer que mi libro de cuentos, Preciosos perdedores, ya está disponible en las redes. Estará en librerías puertorriqueñas el 25 de este mes.

miércoles, enero 16, 2019

de amigos, una columna




De amigos

“Un amigo es un peso en el bolsillo”, nos dijo la maestra, como sentencia. Quería que confesáramos quién había cometido ya ni sé cuál fechoría. Recuerdo claramente que apunté el refrán en mi libreta porque no lo entendí de entrada. ¿Qué podría significar que un amigo fuera un peso, un dólar, cuidadosamente guardado en el mahón color khaki del uniforme?
No pregunté, claro está, porque quien flaqueaba, perdía y pasé el resto de la clase malinterpretándolo. En aquel entonces, antes de comenzar a repartir periódicos a los doce años, mi mamá me daba dos pesos a la semana y, en general, intentaba ahorrarlos, a pesar de que todos los días algún dulce o fritura o carta Magic the Gathering me tentara en horario escolar. A veces ahorraba por meses y, de repente, daba una semana de insatisfacción y los desperdiciaba todos en porquerías.
¿Querría decir la maestra que un amigo era ese peso, que gastaba por capricho? ¿O era todo lo contrario? ¿Que un amigo era ese peso que intentaba no derrochar, que ahorraba por mucho tiempo, aun sabiendo que, eventualmente lo usaría, ficha de intercambio al fin, y me arrepentiría?
Me pareció un refrán cruel y lo olvidé poco después. Solo lo recordaría cada vez que me preguntara por aquel mejor amigo (el culpable, de hecho) que me acompañó durante los años escolares hasta que desapareció poco antes de graduarnos. Lo recuerdo siempre, también, en esta época, aunque ya entiendo que el peso al que se refería la maestra no era cuestión monetaria.
Una forma de hacer inventario de un año es con una lista de amistades, nuevas y viejas, recién adquiridas o finalmente perdidas. Hay años que terminas en superávit, años loterías que casualmente culminan prósperos, repletos de cariños nuevos. Pero también hay otros que no, años como este que pasó, años rojos con más bajas de lo esperado, cada una pequeña bancarrota, un doloroso fin de mundo. La única resolución válida, en momentos así, es querernos más, querer mejor.