jueves, agosto 25, 2011

carry-on, una columna

Esta columna salió publicada en Buscapié de El Nuevo Día ayer, miércoles, 24 de agosto del 2011. Aquí la pongo un poquito atrasado.
Al final del verano se abordan los aviones impúdicamente. Se abordan con una maleta carry-on y la cabeza llena de las preocupaciones del trabajo que comienzas mañana, de la alborotosa agenda que se atesta con los síndromes de lo cotidiano. Se abordan en manadas, de idas o de vueltas, en zigzags y círculos. Se abordan siempre, ya sin la posibilidad del one-way. Se abordan no por un imperativo del exilio, del “me voy para siempre”, se abordan circunstancialmente, cada vez más de a seguidito; se abordan y cada vez menos trascendentales, menos “trágico confesorio aéreo” y más “guagua de Caguas a Río Piedras”.

Se abordan a modo de boomerang desperfecto que tarda una o dos estaciones en regresar. Se abordan los aviones y en el ir y venir a la Isla se erosiona el drama del cerebro fugitivo, del talento escapado. Se abordan los aviones y se atestigua la errancia, se abordan los aviones y leemos este periódico online porque la ruta del paper-boy no se da transoceánica; se abordan los aviones por Skype, Facebook, o celular. Se abordan los aviones sin mucha reflexión o nostalgia, se abordan y quizás cada vez el acento se te hace un poco más raro para los oídos de terceros, pero nunca para ti. Se abordan los aviones y la próxima vez te fijas más en la cualidad de valle de tu pueblo, las montañas te parecen un chililín más imponentes. Se abordan y te descubres aplaudiendo al llegar, y te reservas la opinión en materias de interés social y callas cuando alguien te mira como si tu abordaje fuera acto de cobardía, de traición; callas cuando alguien te mira como si tu abordaje fuera sepelio, terrible decisión a la que fuiste obligado por “lo malas que están las cosas”.

Tú simplemente abordas el avión, con un poco de sueño, por un segundo ciudadano insano, lo abordas y no lo ves como viaje, o nomadismo, sino como parte del circuito transatlántico que te contiene.

Todos a bordo, errantes: los que nos vamos y nos quedamos.

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