miércoles, junio 23, 2010

ensamblaje, columna en el nuevo día

Esta columna, Ensamblaje, es mi segunda colaboración con la sección de Buscapié de El Nuevo Día. Apareció hoy miércoles, 23 de junio del 2010. La coloco aquí a manera de archivo, pero pueden leerla en la página del periódico, presionando aquí
Ensamblaje

Los quebrantados y “connyficados” sollozos resonando en cientos de vehículos en el tapón de Caguas a Río Piedras. El entrañable llamado a tomar la batuta que surge en el ADN compartido (¡se parece tanto a su padre, Dios lo bendiga!). Individualmente, elementos que bien podrían ayudar en el ensamblaje de una imagen refrescante. Un “performance” político que pudo haber dado pie a un sucesor cagüeño de cierta credibilidad mediática, si no fuese por las barrabasadas que siguieron, como el mal olor que florece de la suela del zapato, tras una desafortunada pisada.

A pesar de sus fallas, Willie probó que aún era posible cautivar a un pueblo con decencia. Que este atavismo populista a seguir caciques, tan espeluznantemente humano, existe y se sigue comprobando en campañas presidenciales recientes: Obama hace dos años; el ya vencido Antana Mockus en Colombia. Aun con el supuesto desencanto que define el “ethos” de la juventud, ambos lograron tocar esa tecla que desembucha esperanza.

Nunca se trató de la actualidad de sus políticas, sino de la representación de éstas. Si bien ambos recurrieron al afecto, una lágrima aquí y otra allá, también se tomaron la molestia de construir arengas inteligentes. En el caso estadounidense, no fue el eslogan del cambio (que secuestró Fortuño) lo que lo hizo presidente (de ahí todo cuesta abajo), sino el insistir en la edificación de una imagen racional, complicada. Digamos que montaron el muñeco, por citar a Luis Rafael Sánchez.

Pensemos pragmáticamente: oferta y demanda. Movamos el obeso aparato partidista, hagamos encuestas y ensamblemos un político pensante. Un tipo de monstruo de Frankestein. Bien se puede caer en pedazos luego, al principio eso no importará. Lo que atañe es que además de hacer “connys” radiales, también eleve un chililín los estándares, nos haga exigir actuaciones más convincentes, más rigurosas. (Para discursos, pagar el mínimo a los miles de graduandos de literatura que andan desempleados). Tras los prototipos iniciales, daremos con uno de calidad. Sólo entonces, cuando la inteligencia ya sea parte de los requisitos mínimos, quizás podamos enfocarnos en las acciones.

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