lunes, septiembre 15, 2014

la razón y los clientes, un fragmento

El miércoles siguiente, a las 3:00 de la tarde, Carla María le preguntó a Noemí que qué sucedería cuando se acabase el dinero, a la vez que le pasaba un helado de cheesecake con bizcocho amarillo, whip cream y fresas, y Noemí tiró de sus hombros y le dijo que nada, a lo que Carla María le preguntó que cómo que nada, y en ese círculo siguieron unos momentos, hasta que Carla María pudo deducir que para Noemí no existía nada después de esos 35 años (2027), que después de entonces sí que se acababa el baile, colorín colorado este cuento se ha acabado. Después de un rato, Carla María volvió al tema nuevamente y le preguntó a su amiga que si se suicidaría a las 6 décadas y tantito, pero Noemí volvió a menear la cabeza y le dijo que no, que después de esos 35 años, de los cuales realmente sólo quedaban 22, expiraría, así porque sí, sin mucho esfuerzo, ni mucha voluntad, y lo dijo tan casualmente y tan relajada como decía todo lo demás, y Carla María pensó en cómo siempre que compraba leche se le dañaba antes de tiempo, no importaba lo mucho que intentase acabarla antes de la fecha impresa; tampoco importaba la cantidad que comprase, si ½ litro o ¼ de litro, siempre, siempre, siempre se le pasaba la fecha y sólo se enteraba luego de servirse un café con leche que, después del segundo sorbo, se revelaba espeso y desagradable, lo cual la obligaba a tener que volver a comenzar su día desde 0 y esperar los 15 minutos, otra vez, en lo que la greca de hierro y mango rojo comenzase a hacer subir la sustancia prieta nuevamente, y se repetía lo mismo, cada 2 semanas, que no compraría leche más, aunque en su vida nunca había probado un café negro, ni lo probaría por el resto de sus días, o por lo menos, siendo más humildes en nuestras proyecciones, por los próximos 15 años. En fin, tan pronto se fue Noemí en aquella ocasión Carla María le contó a Carlos, quien desde aquel momento sí que se obsesionó con Noemí; se obsesionó al punto que comenzó a pensarla como su cliente, si es que era posible que en The Creamery where ice cream meets heaven una cliente fuese más clienta de un empleado que nunca la había atendido que de todos los demás, especialmente de aquellos que sí la atendían semanalmente (entiéndase: Carla María)—y hemos dicho que no lo era.
[Fragmento de una novelita nueva e inédita] 

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