martes, septiembre 18, 2012

de alguna manera ése y muchos otros eran el último día, scripsit cortazar

No me contestó, tenía los ojos perdidos en una manchita rosada de la sábana, pero claro que me estaba contestando, ahí no había cortes en las escenas, no era necesario nombrar a Francine, para qué, el silencio era un estallido de claridad, no habría otro día, de alguna manera ése y muchos otros eran el último día aunque siguiéramos despertándonos juntos y jugando y besándonos, repetición ceremonial que inmoviliza el tiempo, el primer beso en el pelo, los dedos en la espalda, la inútil tregua delicada, el primer mate.
Julio Cortazar, El libro de Manuel

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