sábado, septiembre 29, 2012

sobre la mano invisible del mundo del libro


A pesar de que la entiendo, esta fijación de los escritores de que los (re)conozcan transnacionalmente suele perder de perspectiva que realmente ellos no conocen la narrativa (ese borroso monstruo total) de otros países. Digo, conocen aquello que les llega. Aquellos escritores publicados por editoriales grandes o editoriales independientes con distribución amplia. Pero no aquellos que son publicados por casas pequeñas en lugares grandes como México o Argentina digamos, o pequeños como Uruguay, o Paraguay (de seguro hay escritores allá), como las que nos publican acá, o inclusive en ramas de las grandes editoriales que no distribuyen más allá de su específico recinto. Recuerden el caso de Alfaguara en Puerto Rico, que sólo enviaba uno que otro ejemplar a las otras ramas, a ver si estas se interesaban en publicarlo. Y aun cuando conseguimos reeditar en otros países, se sigue tratando de núcleos bastante específicos, de ediciones que están limitadas a fronteras nacionales. Sigo pensando que es trabajo (y responsabilidad) del escritor buscar y hacer contactos en otros países, expandir sus redes; mientras más, mejor. Pero aun así, no debe ser esto el mayor criterio de juicio. Al mismo tiempo, nada alegra más que un buen autor local (Luis Negrón, por ejemplo) consiga guisos en Costa Rica, o Estados Unidos. Bueno, el punto es que hoy en día se publica mucho más que nunca, y al igual que nunca, los libros que consiguen atención fuera de sus lindes nacionales son los menos--y, la mayor parte de las veces, queda anónimo el trabajo del mismo escritor o de algún fiel lector que se fajó para conseguir esa ampliación del radio de distribución de equis libro. Supongo que eso es lo que quiero decir: que no hay una mano invisible dirigiendo el actual mercado editorial. Que detrás de todos los mitos románticos (el super premio editorial, el místico agente literario), el mundo del libro está tan fracturado como siempre lo ha estado, en donde las cosas más interesantes suceden fuera de los lindes de las cuatro o cinco empresas transnacionales (aunque a veces estas lo pegan).



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