lunes, junio 09, 2008

verano, 11: dame una b [brevedad/biblioteca/bairoa]

1.
Los haikus, poemas cortos, micro-cuentos, el cuento breve. Los libros que padecen de falta de páginas. Dolores de cabezas de dos minutos. Literatura instantánea. Pensamiento profundo en un solo verso. Línea perspicaz, tres palabras. Desarrollo de personaje, un verbo, un nombre, y punch-line. Tanto apretado en tan poco. No hay peor vagancia que la literaria. No hay peor vagancia que la literaria.
Anuncio: La literatura corta no es una nueva moda, ni un nuevo movimiento. Es falta de motivación, de ganas, de práctica, de dominio. O, tal vez, un gimmick que envejece demasiado rápido.
2.
La misma historia de siempre. La biblioteca vacía, el aire acondicionado demasiado frío. El silencio retumbante, con la única excepción de los humidificadores que tocen de vez en cuando. El hongo que intenta apoderarse de todo—ya contagió los LPs y las partituras. Entra un usuario, me lanza una pregunta estúpida. Sonrío, tomo el bolígrafo y hago una línea, o un uno, o una estrella o una swástica en la categoría que le toca (Estudiante, Personal, Otros). Hay que mantener las estadísticas, escucho la voz de mi jefa retumbar en mi cabeza. Después de los libros, las estadísticas son lo más importante.
Hay un anaquel frente a mí, en vidrio, que alberga una muestra de música infantil. Lleva ahí casi un semestre. Detrás de las partituras y los discos, hay un espejo y en cualquier momento que levanto la mirada, descubro mi reflexión y pienso que me haría bien un recorte, o un afeite.
Siempre digo, en verano, que me afeitaré la cabeza. Nunca lo hago. Ayer estuve a punto. Tomé la máquina, la encendí. Pero después recordé que este viernes es la fiesta de cumpleaños de Norma, y me dije que lo haré la semana que viene. Mas, la semana que viene habrá otra cosa, y otra, y empezará el semestre. Tendré que esperar a que se me caiga el pelo, al ritmo de la naturaleza. No le falta mucho. Así es la genética. Por más que digas que no, termina atrapándote y obligándote a decir que sí.
3.
Estoy leyendo Pulp, de Bukowski. Samuel me lo prestó. Hemos decidido hacer un sorte de bookclub. Nos falta Oprah. Nuestro primer libro discutido fue Trance. Tal vez sea el único. No me encanta Bukowski. O por lo menos, esta novela. No he leído más narrativa de él, sólo poesía. Y me gustaba. Pero, dios santo, en este texto el autor está tan y tan conciente de que es Bukowski, que me encabrona. Que me molesto de verdad. Me da ganas de correr. De escuchar heavy-metal—y cuando lo hago, siento nostalgia.
4.
Esta mañana caminé por Bairoa. Desde la urbanización en la que vivo hasta el shopping, para coger el dinosaurio amarillo que es la guagua pública de Caguas a Río Piedras. Iba con mi hermano. Nos sentamos apiñonados en los primeros asientos—que son demasiado pequeños—y éste se quedó dormido y me hizo el camino una tortura.
Las calles del barrio siguen iguales, las casas tan bien. Está idéntico al Bairoa de los noventas en el que me crié, con algunas excepciones, claro está: les han crecido segundos niveles a muchas de las casas, las puertas de garaje han reemplazado los portones de metal en los que uno se arreguindaba, y las fachadas han sido rediseñadas—algunas, para mal.
Siempre me ha dado curiosidad las áreas residenciales, las urbanizaciones como Bairoa Park y Bairoa Residencial. Siempre he querido saber de dónde surgieron. ¿Quién diseño el modelo de casa que se repite de lote en lote y que varía sólo en tamaño de los cuartos? ¿Cuándo se construyeron? ¿Quién las nombró? ¿De dónde sale el nombre bairoa? ¿Quién es José M. Solís, tocayo de la calle en la que me crié?
5.
Recuerdo haber tenido uno de esos sueños, cuando chiquito, que uno jura que en realidad pasaron hasta que lo consultas con tu madre, y te dicen lo contrario. Me levanté asustado, porque juré que había encontrado un libro en el que decía José M. Solis era el verdadero nombre de Toño Bicicleta. Y a los diez años, lo más miedo que me daba en el mundo era Toño Bicicleta y los extraterrestres—a los cuales aún temo.
6.
Sería imposible escribir un micro-cuento de Toño Bicicleta y decirlo todo. No, jamás sería posible. Para Toño, hace falta un buen cuento de veinte páginas, o una dulce novelita de doscientas.

1 comentario:

Cristian Ochoteco dijo...

Hombre, ¿cómo estás?
No me preguntes cómo. Sólo sé que buscando comunidades de bloggers literarios llegué hasta tu espacio.

Y leí algunas cosas de tu blog y me gustaron mucho.

Así que decido repetirte la pregunta que le hice al Google: ¿conoces algún blog o foro de bloggers literarios donde pueda dejar mi link?

Por el momento, te dejo a ti mis felicitaciones y dirección:
www.blogderulo.blogspot.com